Gente y estilo

¿Qué se puede esperar de un mal líder? Los cinco peores hábitos de un jefe

Hace algunos años, cuando estábamos escribiendo Suzy y yo nuestro primer libro juntos, tropezamos con un obstáculo: discutíamos un capítulo en el que debíamos analizar qué hacer con un jefe deplorable. Uno de nosotros pensó que con algunos párrafos sería suficiente.

Los malos jefes son escasos, era la idea, porque las organizaciones suelen librarse de ellos en su debido momento. El otro insistió en que los malos jefes, seres que manipulan, confunden e incluso atormentan a sus empleados, eran más frecuentes de lo que se presupone, y merecían que se les dedicase más espacio en el libro.

Como no nos poníamos de acuerdo, decidimos plantear la cuestión a un grupo de amigos, alrededor de una veintena, que íbamos a ver esa noche en una fiesta. ¿Adivinan qué punto de vista triunfó?

Sí, casi todos nuestros amigos tenían una historia acerca de un encuentro cercano con un gerente -o dos, o tres- que lo habían decepcionado. Un amigo describió a un jefe que nunca decía lo que realmente pensaba. Otro recordó a un jefe que había convertido en un arte la tarea de denigrar a los empleados en sus reuniones.

Un buen jefe inspira

Pero no queremos despotricar contra todos los jefes. Ambos conocemos, por nuestra experiencia, que un gran jefe puede cambiar la vida de una persona, inspirar al empleado para que llegue a nuevas alturas a nivel profesional y personal, y entusiasmar a su equipo para que supere los desafíos que les resulta difícil enfrentar por separado.

Tales experiencias son maravillosas, y, afortunadamente, no tan raras. Aunque, posiblemente, sea más probable encontrar un gran jefe, y más realista esperar lo siguiente:

1. Es razonable esperar que su jefe proporcione dos evaluaciones por año que señalen, con absoluta claridad, cómo es su desempeño con respecto al resto de los empleados y en cuanto a sus ambiciones.

Su jefe puede galvanizar a su equipo para que concrete logros estelares. Pero ningún jefe está haciendo su trabajo de manera apropiada si no hace saber a cada uno en qué posición se encuentra, de una manera constructiva, elocuente. Por lo tanto, si prefiere que hagan evaluaciones anuales de su labor está en su derecho de pedirlas.

2. Es razonable que su jefe no tenga favoritos. Escasas cosas tienen tanto poder para indignar a una organización como un jefe que tiene favoritos. Eso genera, de manera invariable, una politiquería entre colegas, cuando en realidad, lo importante es que exista confianza mutua a fin de compartir información, generar ideas, o simplemente conseguir que se hagan las cosas. Por lo tanto, si su jefe está envenenando el ambiente con favoritismos, usted no debe considerar eso como una simple manera de hacer negocios. No lo es.

3. Es razonable esperar que su jefe lo defienda en los momentos de necesidad.

Tenemos una amiga a la que llamaremos Carol, cuyo jefe le pidió en una ocasión que presentara una propuesta en una reunión en la que estaba el equipo ejecutivo de la organización. Carol cumplió con el pedido, pero cuando los ejecutivos rechazaron la propuesta, también lo hizo el jefe de Carol, quien la dejó sola, e insinuó que estaba muy enojado por la actitud de nuestra amiga. Esa conducta del "yo no lo conozco" es la marca de un gerente que considera su posición vulnerable, o que es un imbécil.

4. Es razonable que su jefe entregue recompensas de magnitud por grandes trabajos.

Advertimos que puede sonar demente hablar de recompensas de magnitud en una época de recesión como la actual. Pero todo buen jefe entiende cuan importante es esa diferenciación, y los jefes muy buenos se niegan a proferir la frase que otros dicen durante una crisis económica: "Usted hizo una labor magnífica, pero esto es todo lo que puedo conseguir de la gente de arriba".

5. Finalmente, y por cierto lo más importante, es razonable esperar que su jefe muestre integridad.

Es horrible ir a trabajar cada día y preguntarse si el jefe está ocultando la verdad, o violando los valores de una empresa. Por lo tanto, aférrese a la idea de que su jefe es honesto. Si esa idea flaquea, tal vez deba preguntarse si no es el tiempo de pasar a otra empresa.

Ahora bien, entendemos que estamos en un período en el cual los trabajadores no pueden ponerse muy exquisitos con sus jefes. También sabemos de qué manera un jefe puede afectar a la calidad de vida. Por lo tanto, para ir a lo esencial: vaya adelante, espere lo mejor, pero intente sentirse satisfecho con la realidad, y tenga unas expectativas razonables.

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