Europa

Hollande busca impulso en la remodelación del Ejecutivo para aspirar a la reelección

Viñeta: Napi

De cara a las elecciones presidenciales del año próximo preocupan al presidente francés, François Hollande, sus bajos índices de popularidad. Tras una espectacular remontada después de los atentados de noviembre, vuelve a caer en los sondeos.

El 75% de los franceses consideran su reelección "no deseable". El jefe del Estado necesita un impulso. Es el motivo principal de la remodelación; algo preparado por Hollande desde hace meses. Está siendo muy criticado, incluso en su partido, por sus medidas económicas y de seguridad.

En la economía, mientras Europa se ha expandido levemente, Francia creció apenas un uno por ciento. Casi cuatro años de Hollande en el Elíseo han significado estancamiento y 650.000 parados más. La baja confianza se ha instalado asimismo entre el empresariado, que no se arriesga a invertir en las condiciones actuales de altas indemnizaciones por despidos y sin apenas flexibilización laboral.

Hollande se ha visto en la necesidad de lanzar un nuevo plan económico. Capacitación tecnológica para 500.000 trabajadores, convertir en permanente la rebaja de impuestos anunciada en 2014, reducir las cotizaciones a los empleadores y bonificación de dos mil euros por dos años a las empresas de menos de 250 trabajadores que contraten jóvenes son algunas de las medidas anunciadas. Es positivo que la inyección de dos mil millones de euros que cuesta su plan no provenga del aumento de impuestos, sino de medidas de austeridad fiscal. Pero, como opinan sus cada vez más numerosos críticos, es "demasiado poco, demasiado tarde".

Las reformas propuestas por Hollande tras los atentados muestran, si cabe, con mayor claridad su precaria situación. Símbolo de la desunión, la Asamblea Nacional aprobó el miércoles por la mínima un proyecto de ley de 'Protección de la Nación'. La reforma incluye retirar la nacionalidad a los franceses condenados por terrorismo. La medida no solo generó divisiones en el Parlamento. Incluso en el seno del gabinete con la renuncia de la ministra de Justicia, Christiane Taubira, por estar en desacuerdo. Hasta el ministro de Economía, Emmanuel Macron, expresó "a título personal" su "incomodidad filosófica".

La otra propuesta incluida en la iniciativa es la incorporación a la Constitución de la reglamentación del estado de excepción, actualmente vigente por ley. A favor del texto, aprobado con votos de la derecha, votaron 165 de los 287 diputados de izquierda. Ni siquiera es seguro que la revisión constitucional sea finalmente adoptada a pesar de que Hollande quería convertirla en símbolo de la lucha antiterrorista.

Para quedar aprobada de forma definitiva, la reforma deberá contar con el visto bueno del Senado, y posteriormente, en una tercera instancia, ser aprobada por el voto conjunto de diputados y senadores. En esa tercera votación tendrá que contar con el respaldo de una mayoría de tres quintos. Al margen del debate constitucional, se espera que el estado de emergencia, en vigencia desde los atentados de París, sea prolongado hasta fines de mayo, dos semanas antes de la organización de la Eurocopa 2016 en Francia, que atraerá a cientos de miles de espectadores de todo el mundo.

En el reajuste gubernamental destaca el nombramiento de su ex primer ministro entre 2012-14, Jean Marc Ayrault, como nuevo titular de la cartera de Asuntos Exteriores. Su experiencia internacional es más bien escasa. En cualquier caso, Ayrault aporta una aptitud: habla un alemán fluído. Algo siempre positivo para revitalizar el motor francogermano en tiempos complejos para una Unión Europea con desafíos como la política migratoria y las demandas británicas de cambio. Ayrault sucede a Laurent Fabius, nombrado presidente del Consejo Constitucional. Su retorno es percibido como un contrapeso a Manuel Valls, rival de Hollande en las primarias socialistas.

La excompañera del presidente François Hollande, la ministra de Energía y Ecología Ségolène Royal, número tres del Gobierno, se mantendrá en su cargo, al igual que el ministro de Defensa, Jean Yves Le Drian. Hay igual número de mujeres y hombres en el Ejecutivo. Sin embargo, las carteras de mayor peso, Exteriores, Interior, Defensa, Economía y Hacienda, siguen en manos masculinas.

Superficial giro a la izquierda

Primer ministro desde 2014, Valls es considerado liberal, criticado por la izquierda socialista por sus medidas a favor de las empresas. También por su mano dura tras los atentados de 2015. En consecuencia, el presidente intenta con esta reforma política ampliar su base política "a cualquier precio" aunque el giro a la izquierda es superficial.

Se estima que Hollande no podrá encarar la elección presidencial "sin una familia socialista unida detrás del candidato y sin los ecologistas". Por ello ha traído de vuelta al Ejecutivo a los verdes, que habían salido en 2014. La número uno del Partido Ecologista Verde, Emmanuelle Cosse, aceptó volver al Gobierno como ministra de Vivienda. Dos de los parlamentarios disidentes de esa formación fueron nombrados secretarios de Estado.

Esta nueva inclusión de los verdes es interpretada como el tiro de gracia a los ecologistas. Este partido puede romperse entre quienes anhelan un lugar en el gobierno y quienes defienden una autonomía más crítica. El presidente neutraliza a rivales internos que podrían restarle votos en la primera vuelta de las presidenciales. Y es que para superarla, Hollande debe sumar - y cuanto antes - todas las fuerzas progresistas, ampliando su base. Solo así puede medirse contra el candidato conservador de los republicanos, el ex presidente Nicolas Sarkozy, o el Frente National de Marine Le Pen el año entrante.

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