
El primer ministro de Hungría, el conservador nacionalista Viktor Orban, ha manifestado, con motivo del asesinato de una joven empleada en un estanco la semana pasada, que la pena de muerte "debería mantenerse a la orden del día" en su país. La Unión Europea no ha tardado en darle un toque.
"Aunque creíamos que con la cadena perpetúa sin libertad condicional hemos respondido a las cuestiones relacionadas con el código penal y la lucha contra el crimen, el asunto de la pena de muerte debería mantenerse al orden del día", señaló Orbán en Pécs, al sur de Hungría, según informó el portal Hvg.
El controvertido primer ministro, que gobierna su país desde 2010 con mayoría absoluta, agregó que "hay que dejar claro ante los delincuentes que Hungría no retrocederá si se trata de la seguridad de sus ciudadanos".
Hungría, como miembro del Consejo de Europa, abolió la pena de muerte en 1990 tras la caída del comunismo.
En 2011, Orban cambió el código penal del país e introdujo la cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional, lo que fue duramente criticado por la Unión Europea y por la oposición al considerar que esa norma no cumple los estándares europeos.
Bruselas le da un toque a Orban
La Comisión Europea ha recordado este miércoles al primer ministro húngaro, Viktor Orban, que la prohibición de la pena de muerte es una condición necesaria que los países deben cumplir para poder ser miembro de la Unión Europea.
"La abolición de la pena de muerte es una condición que los Estados tienen obligación de cumplir para convertirse en miembros del Consejo de Europa o de la Unión Europea", ha recalcado en rueda de prensa el portavoz del Interior del Ejecutivo comunitario, Christian Wigand.
"La prohibición de la pena de muerte es claramente uno de los pilares de los estándares europeos sobre derechos fundamentales. Es una de las disposiciones clave de la Carta Europa de Derechos Humanos, que explícitamente estipula que nadie será condenado a la pena de muerte o ejecutado en la Unión", ha insistido el portavoz comunitario. "Para la Unión Europea la pena de muerte nunca puede ser la respuesta", ha zanjado.