Francia ha asumido la presidencia semestral de la Unión Europea (UE) en un clima ensombrecido por la negativa del presidente de Polonia, Lech Kaczyinski, a ratificar el tratado de Lisboa, tras el "no" irlandés al texto.
"No imagino que el presidente que firmó el documento en Bruselas y en Lisboa pueda poner en entredicho su propia firma", ha asegurado el jefe de Estado francés, Nicolas Sarkozy, a preguntas sobre la declaración de Kaczyinski de que no ratificará por el momento el tratado, que según él ya "no tiene sentido" tras el rechazo irlandés.
Flanqueado por el jefe de la Comisión Europea (CE), José Manuel Durao Barroso, en el Elíseo, el presidente de turno de la UE se mostró seguro de que el presidente polaco, un hombre "honesto" que "nunca ha traicionado su palabra", cumplirá el compromiso que firmó ante sus 26 colegas de la UE, y ha señalado que hablará con él.
El Tratado, principal reto
En una velada crítica a Kaczynski, pero también al presidente checo que pronunció la muerte del tratado tras el "no" irlandés en el referéndum de junio, Barroso dijo que "el coraje político para los responsables europeos es asumir las opciones que han elegido".
"Veintisiete Estados miembros han firmado el tratado de Lisboa. Por tanto es a 27 cómo debemos concluir lo que hemos emprendido. No podemos permitirnos de nuevo el lujo de decepcionar a los ciudadanos europeos", sentenció el presidente de la Comisión.
El tratado de Lisboa, del que Sarkozy fue uno de los artífices, sustituye a la fallida Constitución europea, que fue rechazada por los votantes franceses y holandeses en sendos referendos en 2005.
La esperanza de Francia y otros países de que prosiga el proceso de ratificación con el fin de circunscribir el embrollo al "no" irlandés, a la espera de una solución antes de las elecciones europeas de 2009, ha sufrido un golpe con el problema de Varsovia.
Coraje político
Para Barroso, lo que más necesita la UE en este momento de adversidad es "el coraje político y el lenguaje de la verdad", de los que no carece, ha severado, su anfitrión de hoy. Aunque ha considerado una oportunidad "excepcional" para la UE que le toque ahora a Francia la presidencia rotatoria, no ahorró las advertencias o críticas veladas a Sarkozy.
El coraje político, dijo, es no anteponer los intereses nacionales a los europeos y "no ceder a la tentación" de culpar a Bruselas por "todos los males cuando surge una dificultad política".
Sarkozy, que dijo conocer las reglas del juego -la presidencia de la UE debe estar "al servicio de toda Europa y no sólo del país que provisionalmente la preside"-, anunció dos iniciativas concretas: un plan europeo contra la enfermedad de Alzheimer y otro de becas "Erasmus" de formación profesional para aprendices.