
En medio de las negociaciones para la formación del nuevo Gobierno alemán, o mejor dicho de las negociaciones internas de los posibles socios para decidir cómo afrontan la situación, los alemanes siguen respaldando el gobierno saliente incluso después de los comicios.
Si la tradición dice que el socio minoritario de una gran coalición ocupa el segundo puesto más importante, es decir la cartera de finanzas, ayer salió una encuesta de la empresa Forsa que asegura que tres cuartas partes de los alemanes quieren que Schäuble siga en el puesto.
Sin embargo, la CDU de Merkel se está esforzando en buscar un socio para gobernar mientras los otros hacen oídos sordos a sus cantos de sirena. Convencidos que difícilmente les va a compensar, tanto socialdemócratas como ecologistas no tienen ninguna prisa para ceder a los primeros intentos de seducción de la CDU. Y no es sólo para hacerse de rogar. Realmente sus dirigentes no tienen nada clara su incorporación al Ejecutivo como socios minoritarios de Merkel, hasta el punto que los socialdemócratas están sopesando consultar a sus bases, algo que demoraría mucho la decisión, pero la dotaría de una legitimidad que evitaría escisiones.
Sin embargo los democristianos ya han empezado con muestras de buena voluntad, conscientes de que son ahora los más interesados en desencallar la situación. En un gesto de conciliación bastante insólito, Schäuble no descartó ayer una subida de impuestos entre las capas más altas. En concreto, a la pregunta del semanario Die Zeit sobre si cerraba la puerta a una hipotética subida de impuestos, el hasta ahora número dos de Merkel dijo: "ahora tenemos que mirar cómo evolucionan las conversaciones". Schäuble, además, es optimista con las negociaciones siempre que exista la voluntad de consenso: "Cuando los futuros socios apuestan por unos requisitos mínimos razonables, siempre se termina llegando a un acuerdo".