
El nuevo papa, Jorge Mario Bergoglio, es el primer pontífice hispanoamericano de la historia, así como el primer jesuita en llegar al Vaticano. La Compañía de Jesús, fundada por San Ignacio de Loyola en 1540, es una congregación religiosa fundamental para comprender la historia de la Iglesia.
En la actualidad, esta orden masculina cuenta en sus filas con 17.637 seguidores en todo el mundo, mientras que en 1965 eran 36.000 fieles. Así mismo, su influencia política continúa siendo muy importante, pero no tanto como durante la Contrarreforma.
'Ad maiorem Dei gloriam' -'A la mayor gloria de Dios'- es su lema y la Compañía centra su trabajo en la acción social, la educación, el ámbito intelectual, el servicio a parroquias y comunidades cristianas.
Lealtad incondicional al papa
Los jesuitas profesan los tres votos normativos de la vida religiosa: obediencia, pobreza y castidad, y, además, un cuarto voto de obediencia al papa. De hecho, la 'Fórmula del Instituto' -documento fundacional de la orden- reza: "Militar para Dios bajo la bandera de la cruz y servir sólo al Señor y a la Iglesia, su Esposa, bajo el Romano Pontífice, Vicario de Cristo en la tierra".
La congregación desarrolló una actividad importante durante la Reforma católica, sobre todo en los años inmediatamente posteriores al Concilio de Trento. Su presencia en la educación occidental y en las misiones en Asia, África y América ha sido muy activa.
Expulsión de España
Sin embargo, la Compañía de Jesús ha sido una organización que ha vivido siempre en la polémica, de hecho, su lealtad incondicional al papa la ha colocado en más de un conflicto. De hecho, los gobiernos ilustrados de la Europa del siglo XVIII se propusieron acabar con esta orden por su defensa del papado, su actividad intelectual, su poder financiero y su influjo político.
Los jesuitas fueron expulsados de varios países, entre ellos España -por mandato de Carlos III en 1767-. Más tarde, en 1773, el papa Clemente XIV suprimió la Compañía. Medio siglo más tarde, en medio de la Revolución Francesa, Pio VII restauró la orden, pero su influencia ya no volvería a ser lo que era.
Ya en el siglo XX, después del Concilio Vaticano II, los jesuitas se adaptaron a los nuevos tiempos, aunque el avance de otras congregaciones, tales como el Opus Dei o los Legionarios de Cristo, hicieron que su importancia no fuera tan destacable como antaño.
Por todo ello, la Compañía de Jesús tiene a día de hoy la balanza a su favor para recuperar el prestigio después del nombramiento del primer papa jesuita de la historia, el argentino Jorge Mario Bergoglio.