
"Ganaré con el 40 por ciento de los votos". Tras su vuelta a la política, Silvio Berlusconi sigue haciendo ostentación de seguridad. Il Cavaliere ha empezado su campaña electoral atacando tanto la izquierda (el líder del Partido Demócrata, Pier Luigi Bersani, es un "viejo boyardo", pesar de tener 15 años menos que él) como al Ejecutivo tecnócrata y "germanófilo" de Mario Monti.
Pero, sobre todo, el empresario televisivo, quiere dejar claro que su objetivo es "ganar para completar la revolución liberal que desde hace siempre indico como meta a nuestros electores". "Apostamos por el 40 por ciento que, con la actual ley electoral, se convertiría en la mayoría absoluta en la Cámara de diputados" dijo en una de las tantas entrevistas en televisión que ha ensortijado en los últimos días.
Es su guión de siempre: Berlusconi, que se presenta por sexta vez a presidente de Gobierno, apunta a volcar los sondeos en su favor; la situación, sin embargo, es muy diferente con respecto a hace 18 años, cuando se presentó y ganó sus primeras elecciones en contra de todo pronostico. De hecho, incluso Berlusconi, a pesar de sus declaraciones triunfales, no apunta a ganar. Su objetivo, en una situación tan confundida, es recuperar votos y volver a ser protagonista de la escena política o, aún mejor, el fiel de la balanza del futuro Parlamento.
Su partido, el Pueblo de la Libertad (PDL) apenas supera el 16 por ciento en intención de voto, muy lejos del objetivo que él mismo se ha fijado. Y, lo que es peor, Mario Monti ha quitado a Berlusconi la escena como líder del frente conservador. Esta vez, no puede limitarse a atacar su espantajo preferido: la izquierda post-comunista; tiene también que enfrentarse al centro católico, que inspira a la agenda europeísta y liberal de los tecnócratas.
Con su decisión de "estar a disposición" para quien apoye su agenda de reformas, Monti ha relegado a Berlusconi al margen de los populares europeos. Así que al Cavaliere, para recuperar en los sondeos, le toca arremeter en contra de la política de austeridad del primer ministro tecnócrata, "sometido a Merkel" y al fin y al cabo en contra de Europa, acentuando hasta el extremo los tonos de derecha populista que siempre han marcado su discurso electoral.
No es un peligro
De esta manera, en un sistema europeo frágil y dispuesto al contagio, Berlusconi parece ser un riesgo para toda la eurozona, empezando por los países más cercanos a Italia, como España. "Yo me ofendo si me dicen 'antieuropeo", ha explicado Berlusconi, subrayando que "si ganara apuntaría a una renegociación con Europa, ya que si vamos adelante con el pacto fiscal tendremos que quitar de la economía 50.000 millones cada año. El PIB sufriría y nos acercaríamos a un desastre".
Pero el conocido político no representa de momento un verdadero peligro: en primer lugar, porque con una imagen muy desgastada y un partido a la deriva es muy difícil que llegue a ganar las elecciones del próximo 24 de febrero. Por esto, los progresistas del Partido Demócrata (PD), que lideran los sondeos con un 32 por ciento, podrían necesitar aliados. En estos días está naciendo una coalición liberal y católica que se inspira en la agenda de Monti y que apunta con seguir el camino de la reformas, aliándose con el Partido Demócrata.