
La carrera del nuevo Gobierno británico contra el déficit ya ha comenzado y el flamante ministro del Tesoro anunció ayer la primera escala. El próximo lunes dará a conocer dónde recaerá la reducción de 6.600 millones de euros para este año anunciada por los conservadores durante la campaña.
Y poco después, consumará una de las promesas electorales más arriesgadas: el presupuesto de emergencia en los primeros 50 días de Gobierno. El 22 de junio el titular de Finanzas más joven de la historia británica presentará su primer programa integral para hacer frente a un agujero presupuestario sin precedentes.
Así lo advirtió en una carta el hasta ahora número dos del Tesoro, Liam Byrne, a su sucesor, David Laws: "Siento decirte que no queda dinero". Un aviso del ruinoso legado, que ha servido a Laws para justificar la política de recortes. "Cuando llegué a mi despacho el primer día, encontré una carta del anterior secretario jefe del Tesoro y pensé que me daría algún consejo sobre cómo actuar en los meses venideros. Por desgracia, cuando la abrí, me di cuenta de que era una carta de una sola frase muy honesta pero menos útil de lo que me habría gustado", ha relatado Laws. Byrne ha asegurado que su mensaje no era más que "una broma". Sin embargo, no se puede negar que el saco sin fondo de la deuda obliga a una severidad fiscal que ya ha comenzado a aplicarse en forma de recortes de sueldos en el sector público.
El equipo de Laws ya ha engrasado la maquinaria para cumplir con las dos grandes apuestas de la hoja de ruta tory. Reducir la deuda a la mitad en esta legislatura y comenzar de inmediato a aplicar la tijera. Un objetivo que obligó a convencer a sus socios, los liberal-demócratas, que antes de la alternancia en el poder aparecían alineados con el Gobierno laborista en la preferencia de retrasar el comienzo de los recortes hasta que la recuperación estuviese garantizada.
Sin embargo, la coalición logró una entente bajo la cual ningún miembro, a priori, mueve sus líneas rojas. El ministro diagnosticará áreas susceptibles de reducción de gasto y los liberal-demócratas las autorizarán. Ayer mismo, el número dos del Tesoro aseguró que ya había vetado decisiones y garantizó que los servicios básicos no se verán afectados por un proceso que su jefe, George Osborne, ha anunciado ya como "difícil".
De hecho, Laws tiene un trascendental papel en los próximos meses, en los que deberá redactar la estrategia trienal de gasto que comenzará el próximo año y que deberá llevar la carga de los recortes. Como guía, servirá la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria anunciada ayer para aumentar el rigor en las finanzas públicas y asegurar que las figuras para establecer los planes se basan en figuras "independientes", en lugar de "convenientes" para el Ejecutivo.
El proceso se verá acompañado de una auditoría de los gastos aprobados por la Administración anterior en el último período y que debería contribuir a detectar tijeras adicionales a esos 6.600 previstos para este año.