España empieza a recuperarse poco a poco del varapalo que supuso la derrota frentea Croacia del pasado martes. Las sonrisas, silenciosamente, vuelven a instalarse en los rostros de un combinado nacional en el que, sin embargo, aún permanecen algunas heridas abiertas. Y una de ellas tiene nombre de polémica constante. Gerard Piqué está harto del ambiente que le rodea cada vez que se enfunda 'La Roja'.
Parece que da igual lo que haga o diga, siempre hay algún resquicio para prender un incendio en torno a su figura. Y eso le tiene colapsado, totalmente asqueado.
Cuenta hoy el diario Marca que lo acaecido precisamente en el choque del martes ha sido la gota que ha colmado el vaso siempre rebosante de su paciencia. Ya saben, la famosa peineta que no fue mientras las cámaras enfocaban al central en pleno himno de España.
Pese a que lo explicó por activa y por pasiva, pese a que ya ha quedado más que claro que no sacó peineta alguna, sino que se estaba crujiendo los dedos, muchos son los que todavía insisten en que aquello fue una falta de respeto de un jugador que debería dejar ya la concentración ante semejante herejía.
Y Piqué, que lo escucha y lee todo, se ha sentido herido en lo más profundo en un sentimiento mezcla de ira e impotencia que ya arrastraba antes de viajar a Francia. Porque en esta Eurocopa el del Barça se había propuesto escapar de toda polémica, evitar cualquier asunto espinoso con silencios medidos que, en el ambiente de la Roja, siempre distendido, no son ni mucho menos frecuentes.
Luego, con el gol a la República Checa, todo pareció volver a la normalidad. El apoyo de Ramos, los guiños de sus compañeros, la felicidad por los buenos resultados. Todo parecía indicar que por fin Piqué volvería a ser considerado uno más en el seno de la selección.
Pero el dedo de la polémica lo ha hecho saltar todo por los aires y con él, ha llegado el hartazgo de un jugador que tiene intención de mantenerse al margen de los micrófonos hasta que llegue el final de la Euro, sea cuando sea. ¿Y después? Su intención sigue siendo la continuar en España. Dejarlo sería regalarle una victoria a sus detractores. Y eso, por ahora, no entra en los planes de Piqué.
