Especial medio ambiente

La transición energética es imparable

Teresa Ribera, minsitra para la Transición Ecológica. Foto: Efe

La transición energética internacional es ya una realidad vibrante. La potencia renovable instalada en el mundo alcanzó en 2017 los 2.179.000 MW. El crecimiento del sector fue del 8,3 por ciento, lo que confirma una tendencia constatada a lo largo de los últimos años de crecimientos medios del 8-9 por ciento anual. Según datos de Bloomberg, las inversiones en renovables en 2017 alcanzaron los 333.500 millones de dólares. Ese mismo año, y a modo de ejemplo, la energía solar añadió más potencia instalada a la generación eléctrica mundial que el carbón, las nucleares y el gas juntos.

La fuerza motriz tras esas impresionantes cifras ha sido un descenso disruptivo de costes relativos de las tecnologías renovables, muy por encima de lo que consideraban las prospectivas más optimistas hace apenas una década. Sobre esa gran ola de fondo este Gobierno tiene la visión, la estrategia y la vocación de liderazgo para sentar las bases, en estrecha colaboración con el mundo empresarial y la sociedad civil españolas, de una profunda transformación de la generación eléctrica, la movilidad y el transporte, la climatización de la edificación construida y la eficiencia energética industrial, convirtiendo a España un país neutro en carbono en 2050 y cumpliendo así nuestro compromiso con el Acuerdo de París.

En esa dirección, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030, que el Gobierno va a presentar a la Comisión Europea antes de fin de año, contempla 50.000-65.000 MW de potencia nueva renovable instalada a lo largo de la década, lo que va a requerir una inversión privada (en las tecnologías renovables y en la adecuación de la red de transporte y distribución eléctrica) del orden de 125.000 millones de euros a lo largo de los diez años. A ello hay que añadir la revolución que se avecina con el vehículo eléctrico y que estimamos en 4,5 millones de unidades en el año 2030, así como la rehabilitación en clave energética de una media de 100.000 viviendas al año durante la década de vigencia del Plan.

En pocas palabras, el contexto internacional, los costes de las tecnologías renovables, la demanda social a favor de la transición energética y la voluntad política del Gobierno se han alineado. La oportunidad que se abre para el tejido empresarial-industrial de nuestro país es, en consecuencia, formidable. Hagámosla realidad.

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