El presidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, está decidido a utilizar todas las armas a su alcance para permanecer seis años más al frente de la caja. Está convencido de que el proceso electoral puesto en marcha no se regirá por la Ley de Cajas de Ahorros aprobada recientemente por la Comunidad de Madrid, aunque el caso se judicialice.
Por eso necesita tender puentes con la mayor parte de las fuerzas políticas para asegurarse su continuidad. Eso fue lo que hizo, según fuentes de su entorno, en el pasado mes de noviembre, cuando la patente división del Consejo de Administración anticipaba la celebración de una agria asamblea general.
Blesa, según fuentes de su entorno, llamó por teléfono al vicesecretario general del PSOE, José Blanco, para ofrecerle un pacto en Caja Madrid. El primer ejecutivo de la entidad financiera sabe que la posición que adopte el partido socialista en la caja, ante la guerra interna en el PP, es clave para la elección del presidente. Por ello, habló a Blanco de devolver al PSOE un papel activo en Caja Madrid.
Política electoral
Desde 2003, el año de la última reelección de Blesa, los socialistas están ausentes de la Comisión Ejecutiva, además de haber perdido una vicepresidencia. Por aquel entonces, eran la fuerza política más crítica con el proceso electoral y el posterior reparto de cargos y Blesa fue elegido para un nuevo mandato con la oposición de los representantes del PSOE en el consejo.
Esta postura ha permanecido en muchas de las votaciones del máximo órgano de administración. En las últimas decisiones, como en la apertura del proceso electoral, los representantes socialistas votaron en contra de Blesa, a excepción del díscolo Antonio Romero.
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