El huracán Gustav sacudió el lunes la costa estadounidense del Golfo de México con feroz viento y lluvia, pero los diques que protegen la ciudad de Nueva Orleans parecen resistir, pese a no estar completamente reconstruidos tras la devastación del Katrina hace tres años.
"Parece que no estamos completamente fuera, pero nos estamos acercando", dijo el alcalde de Nueva Orleans, Ray Nagin, advirtiendo contra un "potencial último embate" del huracán en la zona.
Funcionarios de Nueva Orleans dijeron que el sistema de diques estaba "en buenas condiciones y aguantando", pese a que aún no se había terminado su reconstrucción después de que en 2005 las aguas generadas por Katrina lo destruyeran.
Gustav tocó tierra en una costa desploblada al sur de Nueva Orleans como huracán categoría 2, con vientos de 175 km/h. Tres horas después, el ciclón se degradó a categoría 1, informó el Centro Nacional de Huracanes estadounidense (NHC).
Los fuertes vientos y lluvias torrenciales del ciclón continuaron durante todo el día, dejando un panorama de árboles arrasados y calles cortadas. Casi toda la ciudad de Nueva Orleans estaba sin electricidad por la noche.
En algunos sectores los canales de desagüe desbordaban por encima de paredones de protección y los mismo ocurría en algunos diques sobre el río Mississippi. Bill Nungesser, líder del distrito de Plaquemines, en la periferia sureste de Nueva Orleans, exhortó a los habitantes a evacuar inmediatamente la zona. "Un dique se desborda. Partan, partan inmediatamente", dijo.
Pero a diferencia de lo que ocurrió hace tres años, la ciudad ahora estaba casi desierta, tras la evacuación forzosa de 2 millones de personas ordenada por las autoridades. "No tenemos hasta este momento ninguna muerte en Nueva Orleans vinculada al paso del huracán", dijo Heather Hilliard, del centro de operaciones de emergencia.
Dos botes y una lancha quedaron a la deriva en el llamado Canal Industrial, con riesgo de chocar contra las paredes de un dique, lo que repetiría lo ocurrido durante el Katrina en 2005. Poco después la prensa informó que la Guardia Costera estadounidense había podido controlarlos.
El presidente George W. Bush viajó a Austin (Texas, sur) el lunes, para verificar desde allí la respuesta gubernamental. Bush afirmó que la coordinación de los trabajos de socorro ha sido mucho mejor que la de hace tres años, aunque advirtió: "La tormenta todavía no pasó, es un acontecimiento serio".
El huracán tiene, además, consecuencias económicas y políticas. La producción de petróleo en la región del Golfo fue suspendida y el Partido Republicano redujo la agenda de su convención nacional, que debe proclamar a John McCain como candidato presidencial. McCain aprovechó una escala en Waterville (Ohio, norte) para ayudar a los voluntarios que preparaban paquetes con insumos para los damnificados por el huracán.
Por su parte, el candidato presidencial demócrata Barack Obama reemplazó el lunes un discurso previsto en Detroit (Michigan, norte) por un llamamiento a la unidad para ayudar a las posibles víctimas de Gustav. "Hay un tiempo para discutir sobre política, pero también hay un momento para unirnos como estadounidenses", dijo ante un grupo de militantes por el Labor Day, día de los trabajadores, que se conmemoró el lunes en Estados Unidos.
Las compañías petroleras evacuaron personal e interrumpieron casi toda la producción en el Golfo de México, donde Estados Unidos produce el 26% de su crudo.
Unos 750 guardias nacionales fueron movilizados a Nueva Orleans en previsión de eventuales operativos de rescate para cerca de 10.000 ciudadanos que se quedaron en sus hogares.
Según el gobernador de Luisiana Bobby Jindal, Gustav -que dejó más de 80 muertos a su paso por el Caribe- causó sus primeras víctimas el domingo en este estado sureño: tres pacientes en estado crítico que murieron durante la evacuación de un hospital.
En Cuba, Gustav dañó más de 100.000 casas y dejó 19 heridos, aunque no provocó muertes, según cálculos preliminares del gobierno cubano el lunes.
Mientras, una nueva tormenta tropical bautizada Ike se formó el lunes en el Atlántico y podría convertirse en huracán en 48 horas, dijeron meteorólogos.