España

La recuperación: El disco rayado de Rajoy

Mariano Rajoy.Foto: Archivo

Mariano Rajoy ha hecho balance del año y nos ha vuelto a vender la recuperación, después de que el Rey aún hablara de crisis. El PP tiene prisa porque se grabe en la mente del público que la crisis ha pasado, pero con el desempleo que hay y los salarios dónde están es complicado que a mucha gente se le olvide su propia situación: los jóvenes que lo tienen muy difícil; los despedidos que no encuentran trabajo; los pequeños empresarios y autónomos arruinados, que no saben cómo salir; los cientos de miles de personas que se hipotecaron en máximos y ahora tienen patrimonio negativo; los millones de españoles que, haya crisis o no, no saben cómo llegar a fin de mes.

El Gobierno seguramente lo ha hecho razonablemente bien en algunos aspectos, sobre todo en evitar el colapso del Estado, propósito que ha logrado, y poco a poco ha puesto ciertos costurones a un país que se desangraba por el déficit y cuyo sistema financiero era un lastre para la sociedad entera. Pero, al margen de esto, y por mucho que Mariano Rajoy se apunte los tantos que le corresponden y los que no, la situación está evolucionando tan lentamente que apenas se nota en la calle una ligerísima mejoría.

Por más que intente convencer al personal de que le preocupa la corrupción, la verdad es que carece de toda credibilidad y de nada vale que al hasta ahora principal partido de la oposición le crezcan sus propios enanos, porque el PP está gobernando, y sea o no verdad, que casi es lo de menos, muchos españoles creen que se pagaban sobresueldos en B, se llevaba doble contabilidad y se cobraban comisiones, por no hablar de la contratación de empresas amigas. Si a todo eso le ponemos la guinda del pequeño Nicolás enredando, ya se puede desgañitar Rajoy diciendo lo preocupado que está, que mucha gente se pregunta si acaso no podía haberse preocupado antes.

Acierta el presidente del Gobierno en que 2015 va a ser mejor pues, salvo catástrofe, hay muchos indicadores que están evolucionando favorablemente y lo macro empieza a tener un aspecto no ya esperanzador, sino muy positivo. En este aspecto, Rajoy vuelve a estar lejos de la realidad de la calle porque sólo una minoría comprende la trascendencia de lo macro. Tampoco casi nadie entiende lo importantes que son las exportaciones y, aunque se entendiera, tampoco es mérito de Rajoy, entre otras cosas porque el sector exterior comenzó a brillar en 2010, año en el que a don Mariano aún ni se le esperaba en Moncloa.

También es desconcertante que el presidente nos venda la reforma fiscal después de los sablazos que viene dando desde 2012 y suena como al amigo gorrón que promete pagar la próxima ronda. La política fiscal ha sido una de las mayores traiciones al programa del PP y la ha pagado este país con algún punto en su crecimiento, lo que ha conducido a la calle seguramente a cientos de miles de trabajadores y terminado de dar la puntilla a miles de empresas.

Rajoy sigue tan escurridizo con el problema catalán que jamás cogerá el toro por los cuernos, con lo clarito que fue Don Felipe VI para lo poco claros que suelen ser los monarcas. No se entiende por qué tiene que hablar con indirectas, con lo fácil que es poner a cada uno en el sitio que le corresponda según nuestra legalidad constitucional. Antes que eso, entra en el juego infantil de comparar lo que dice que hace -solucionar los problemas de los catalanes- con lo que otros hacen. Un poquito de autoridad no vendría mal siendo el presidente del Gobierno de España, con amplios poderes para meter en cintura a cualquiera y cantarle las cuarenta a quienes no hacen sino marear la perdiz y envenenar al personal para ocultar sus vergüenzas. Al final queda igual de mal a los ojos de los nacionalistas, a quienes nunca contentará, pero pierde autoridad a los ojos de cualquiera que no lo sea, es decir, de la mayoría de los españoles.

Y puestos a hablar con indirectas, le ha soltado otra a Podemos al afirmar que no se puede poner en peligro la recuperación dando marcha atrás en las reformas, con lo fácil que hubiera sido decir que los populismos son más peligrosos, nefastos y retrógrados que los populares.

Rajoy no va a volver a tener el favor de los dioses destrozando ante sus pies a Zapatero. Ya no valen las indirectas ni vender maravillas macroeconómicas, porque ahora la gente lo que quiere ya son hechos y esperanza, pero por este orden. Como este Gobierno no dé hechos, y apenas hay tiempo, muchos la esperanza la van a buscar en otro sitio. El disco de la recuperación está un poco rayado y al final el presidente se va a quedar bailando solo en la pista, haciendo el robot como intuyo hizo en sus años mozos.

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