España

¿Quién se atreve a cercenar el camino secesionista de Mas?

Da igual que no se celebre la consulta porque ganará el separatismo en las autonómicas.

El proceso secesionista de Cataluña es un desastre. Los resultados de Escocia han sido una piedrecita en el insistente 'camino' de Mas, que ayer despejó dudas: "Esto no sirve sino para reforzar nuestra idea de celebrar una consulta? Los escoceses han votado". Y eso es lo quiere Mas: primero consulta y luego Dios dirá.

Esta semana, observando la decimoquinta vez que Gallardón dejaba caer que abandonaba su carrera (no sé dónde estaré dentro de un año, 'dixit'), quería escribir de los juguetes rotos de la política; de los zombis, parafraseando a Luena. De esa clase de dirigentes que se entrega a la causa del partido, del que sea, sin importar si roza el ridículo. De los que, si conviene, son más papistas que el Papa. De los pelotas, ventajistas, de quienes después de todo eso, de ser utilizados sin ser conscientes, son abandonados en el camino de los cadáveres de la política, una vía dolorosa cargada de fantasmas.

¿Que hay que ser nacionalista porque es el son de los tiempos?, pensó Mas hace dos años: pues se abraza con pasión el nacionalismo. Uno se compra la camiseta estelada, memoriza el argot, se deja caer por una librería que despacha panfletos históricos reescritos y lógicamente reinventados, pone cara de estar cabreado con el mundo y de ser objeto de las mayores injusticias del planeta y, eso, y un par de Diadas, amigos radicales en la agenda, y una declaración partidaria de la consulta, con el inestimable amplificador de los medios del régimen, son más que suficientes para obtener el pedigrí nacionalista.

¿Juguete roto, o víctima de la manipulación? Con el tiempo estudiaremos en qué manicomio descansan los hombres que, desde la política, promovieron uno de los mayores disparates del siglo XXI español. Una locura que no acaba con el frenazo legal que el Gobierno de España anuncia de manera inminente. Y digo el de España, porque no creo que sea justo culpabilizar a éste en concreto de lo que hoy sucede en Cataluña. Su actuación, la del Ejecutivo Rajoy, ha sido tardía. Algunos dirán que mesurada y contenida. Pero, ¿de qué sirve que a estas alturas le pida Rajoy al 'president' que cumpla la ley si Mas está acostumbrado a campar a sus anchas? Nunca la ha cumplido. ¿Lo va a hacer ahora?... Por otro lado, ¿qué importa que el 9-N no se celebre la consulta si, después, las elecciones autonómicas arrojarán un triunfo separatista? Mas lo lleva en vena. El 'no' de Escocia no aplaca su quimera. Al contrario, alimenta sus aspiraciones y confirma lo epidérmico de su revestido nacionalismo.

El rulo secesionista es imparable en Cataluña. Ha penetrado en su imaginario, edificando un pensamiento colectivo que desde tiempos ha arrinconado a quienes no piensen como esa masa que vaga como los muertos de 'Walking Dead'. Los nacionalistas radicales -todos me lo parecen partiendo de la base de que su fundamento histórico es más falso que una moneda de dos caras- han demostrado el poder del sentimiento frente a la razón. Han triunfado mientras Madrid ponía paños calientes y dinero. Por eso, hoy tiene nulo sentido apelar como único argumento a la ley. El aliado convergente, sabedor desde hace dos legislaturas del demoníaco pacto que parió Zapatero con su tripartito, se ha apuntado al nacionalismo del 'y yo más'. ¿Juguete roto? Definitivamente, sí. Pero no me inquieta el futuro de los políticos que anteponen con tácticas una estrategia a un ideal. Personas sin principios moran en todos los campos de la sociedad. ¿Quién no conoce a alguien de esa calaña? ¿Quién no se ha topado con un personajillo de estos en su vida? Por el contrario, sí me preocupa lo que sus desastrosas cabezas logran expandir con el mismo entusiasmo que los 'hooligans' defienden a sus equipos de fútbol, cuando, a la postre, lo que de veras les importa es la cuantía de la prima del jugador.

Esta semana, las declaraciones de Pau Gasol, Gerard Piqué o Xabi Alonso, jugadores de la Selecciones Nacionales de Baloncesto y Fútbol, me han descolocado (lo de Guardiola es para echarle de comer aparte). Si nos ruborizamos cuando el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, llama a 'Sálvame' para mostrar su postura sobre el Toro de la Vega, provocando ríos de tinta incomprensibles por su actuación comunicativa, entiendo que debería sorprender aún más que deportistas que representan a España defiendan ahora la consulta y el derecho a decidir. Derecho a decidir, ese eufemismo recurrente empleado por los no se atreven a decir a las claras que quieren la independencia, o por los que -una minoría- temen que les tilden de políticamente incorrectos. ¿Juguetes rotos o manipulación? ¡Qué más da! La maquinaria de la unidad de pensamiento colectivo funciona como en las galeras. Las 24 horas del día multiplicadas por 30 años. Ayer nos lo recordó Artur Mas. El 'president' presumió de la mayoría nacionalista del 'Parlament' catalán y del poder de movilización de la calle. ¡A ver quién se atreve a apagar esta fábrica! ¿Una nueva financiación? Si fuera así, y como dirían en mi tierra, para este viaje no hacían falta tantas alforjas.

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