
En pleno debate presupuestario en el Congreso, Manuel Valls ofrece su primera gran entrevista económica. "Nuestra política está bien calibrada y ha madurado durante mucho tiempo", defiende el primer ministro francés, que se autodenomina como el político "que devolverá la confianza".
Los 'contestatarios' del Partido Socialista no han bajado la guardia en el debate presupuestario. ¿No se cansa de esta guerra sin fin?
Yo quiero unir y a los que dudan, les pregunto: ¿cuál es nuestro bien más preciado? ¿La individualidad legítima o la fuerza del colectivo? ¿Hay que elegir una izquierda pura, perfecta pero paralizada, que a menudo ignora la realidad del mundo, o una izquierda que, en momentos difíciles, reforma? Mi obsesión es el movimiento. Ante el riesgo de estancamiento, frente a la crisis de confianza y de identidad que atraviesa nuestro país, sólo tengo una actitud: quiero sacar a Francia de su bloqueo
¿No cree que es la clase política la que está estancada y no la sociedad?
Los bloqueos surgen por todas partes pero los franceses esperan reformas. Quieren tres cosas: claridad, ejemplaridad (si la mayoría se divide y los agentes sociales no cumplen su papel, ¿cómo exigir esfuerzos a los franceses?) y coraje. Es lo que vengo haciendo desde hace tres meses. Hay que poner en valor a los partidos, los sindicatos, las asociaciones, la democracia representativa, en suma. El diálogo social, en concreto, es una seña de identidad del quinquenio de François Hollande.
Pero la patronal amenaza con boicotearlo?
Sería incomprensible. Entiendo, por supuesto, la inquietud, la angustia de muchos empresarios que crean riqueza y empleo, pero su situación económica es difícil. Pero uno no puede quejarse de demasiado Estado y abandonar el diálogo social. No se puede querer más respeto como agente social y no respetar a sus propios socios.
La patronal exige garantías de que habrá rebajas de la tributación también en 2016 y 2017...
Después de reducirse en 6.500 millones de euros desde 2015, los gravámenes a las empresas bajarán en 8.000 millones en 2016 y alrededor de 5.500 millones en 2017. ¡Nunca se habían adoptado compromisos a ese nivel! Sin embargo, deberán ser recíprocos. La patronal no puede caer en la demagogia permanente y la espera eterna. A veces tengo la impresión de que ignora los enormes esfuerzos que estamos realizando.
Pese a estos conflictos, hay quien cree que usted apuesta por las empresas más que por los hogares...
Mi única apuesta es la recuperación económica. Hemos tomado medidas destinadas a los hogares, como la bajada del impuesto sobre la renta y las cotizaciones salariales, pero estamos en una economía abierta. Nuestras dificultades vienen sobre todo de la falta de competitividad de nuestras empresas. Si hay que llamarlo una política de la oferta, hagámoslo así. Supone también crear un marco que favorezca la inversión y la innovación.
¿En qué consistirá la nueva bajada del impuesto sobre la renta, prevista en el presupuesto de 2015?
Hemos adoptado una medida que beneficiará a 3,7 millones de hogares este año, pero hay que ir más lejos de aquí a 2017. En general, los impuestos deberán seguir bajando para los hogares con rentas más modestas y la clase media. Desde 2010, no han dejado de aumentar y sus efectos han sido devastadores para la confianza. Yo quiero ser el primer ministro que se la devuelva. Quiero encarnar el regreso de la confianza en todo el tejido económico francés, las grades empresas, las pyme, los comerciantes?
¿Las bajadas de impuestos son más importantes que el déficit?
No se pueden confrontar ambos asuntos. Controlar el déficit es, ante todo, una cuestión de justicia con respecto a las generaciones futuras. Así que nos mantendremos firmes en el plan de 50.000 millones en recortes, lo que justifica nuestras bajadas de impuestos. No voy a claudicar. Eso sí, aplaudo el debate que, gracias al presidente Hollande y los socialdemócratas europeos, se ha abierto sobre el Pacto de Estabilidad para que se aplique con mayor flexibilidad. Es necesario priorizar el crecimiento de futuro.
¿Le satisface la política del BCE?
El euro está sobrevalorado y eso es negativo. El banco central tomó una medida importante en junio, que ha permitido el inicio de la depreciación y la garantía de unas condiciones de crédito satisfactorias para las empresas y los hogares. Es una señal firme, pero yo deseo un banco central que vaya más allá, sobre todo con la compra de deuda en los mercados. La política monetaria no puede pasar exclusivamente por movimientos del tipo de interés.
Volviendo a Francia, ¿le preocupa el bloqueo en el Senado de la reforma territorial?
Es la madre de todas las batallas. El senado no puede oponerse a una reforma tan importante, que reforzará nuestro país con unas regiones más grandes, poderosas, con ventajas de competencias para el desarrollo económico y el empleo. Nuestra determinación sigue intacta y el nuevo mapa se votará antes de que acabe el año.
¿Es Renzi un ejemplo? Parece estar implantando reformas más rápido que en Francia...
Lo que estamos haciendo para las empresas supera con mucho a lo que está pasando en Italia, pero los dos países se enfrentan a los mismos retos: crecimiento y competitividad.