
A la vista del éxito cosechado por Podemos, el partido liderado por el mediático Pablo Iglesias, en las elecciones europeas, resulta imprescindible analizar su programa fiscal, el más radical de cualquier formación política de nuestro país.
En el ámbito del gasto, el programa incluye una densa batería de propuestas sociales, entre las que destacan una reducción de la jornada laboral a 35 horas semanales y de la edad de jubilación a 60 años, como mecanismos para redistribuir equitativamente el trabajo y la riqueza. Atendiendo simplemente a las tendencias demográficas a largo plazo en España, como en otros muchos países europeos, mientras que el número de pensiones aumentará de los 9 millones actuales a 15 millones en 2050, se espera que la población activa permanezca aproximadamente al mismo nivel, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Una situación que evidencia que, lejos de anticipar la edad de jubilación, la sostenibilidad del sistema público de pensiones pasa por aumentarla.
En esta línea, Podemos pretende establecer, por el simple hecho de ser ciudadano, una renta básica para todos. La estimación de esta renta mínima en el umbral del salario mínimo interprofesional -algo más de 9.000 euros al año- supondría un gasto descomunal. Sólo con multiplicar el número de parados sin prestación, aproximadamente cuatro millones, según la EPA, por 9.000 euros, obtendríamos un gasto de 36.000 millones de euros.
Cómo financiar el gasto
El resto de medidas, como por ejemplo la recuperación del control público de "sectores estratégicos" de la economía: telecomunicaciones, energía, alimentación, transporte, sanitario... y que supone realizar masivamente expropiaciones, conllevarían más gasto público.
Todo lo anterior obligaría a España a endeudarse, pero con las propuestas de Podemos, tampoco se podría tirar del recurso de la deuda pública, pues a este respecto el programa plantea una "auditoría ciudadana de la deuda pública y privada para delimitar qué partes de éstas pueden ser consideradas ilegítimas" con el fin de declarar su impago".
El problema aquí reside en que ese impago de la deuda quebraría el sistema financiero, imprescindible para conectar el ahorro con la inversión. Otra consecuencia de repudiar la deuda pública es que no volverán a prestarte más, situación que, en caso de superávit, podría sobrellevarse, pero en caso de déficit sería imposible financiarlo.
Por tanto, todo este panorama se financiaría, según el programa de Podemos, estableciendo "una tasa sobre los beneficios bancarios para la reinversión productiva" y mediante una "política tributaria justa orientada a la distribución de la riqueza y al servicio de un nuevo modelo de desarrollo".
Propone la creación de Impuestos a las grandes fortunas (sin concreción) y una fiscalidad progresiva sobre la renta. Sin embargo, España ya cuenta con uno de los IRPF más elevados del mundo, de hecho, está en la quinta posición del ranking mundial con un tipo marginal del 52 por ciento en el IRPF.
Pretende también la "Recuperación del Impuesto de Patrimonio basándolo en el principio de equidad, con un mínimo exento para la vivienda familiar en función de la renta, sin exenciones para segundas viviendas". Asimismo, plantea aumentar "los tipos impositivos del Impuestos de sociedades", eliminando las deducciones, bonificaciones e incentivos fiscales que existen en la regulación actual del impuesto, ajustando simultáneamente la base imponible al alza.
Por lo demás, se propone la supresión de mecanismos de posible elusión fiscal como las Sicavs y la eliminación de los privilegios fiscales del capital financiero, acompañándolos de medidas destinadas a acabar con las denominadas prácticas fiscales agresivas y la deslocalización de beneficios de las sociedades multinacionales.
Posiblemente, lo más factible del programa es crear un tipo de IVA superreducido para productos básicos, entre otras cosas, porque ya existe y es del 4 por ciento. Esto se complementaría con un impuesto incrementado para bienes de lujo, entre el 30 y el 35 por ciento.
Todas estas medidas fiscales, encaminadas a "hacer pagar a los ricos", quedan lejos de un planteamiento coherente para financiar un gasto público que aumentaría de forma exponencial.
No sería posible que, con un incremento de la imposición directa, con una disminución de la indirecta y una reestructuración de la deuda (impago) se pudiera sostener el modelo pretendido.