
El profesor del centro de estudios OMMA y director del Instituto Juan de Mariana, Juan Ramón Rallo, cree que "la sanidad sí debe ser un negocio libre y lucrativo" en el que la demanda y la oferta pudieran tomar decisiones reales.
Rallo explica que en "en la sanidad pública, no son los empresarios con buenas ideas los que se estrujan los sesos para montar una clínica o un hospital que encaje bien con las exigencias de servicios y de costes de sus clientes, sino que es el burócrata de turno (rodeado de decenas de grupos de presión) quien de manera solipsista debe organizar todo el sistema sanitario para imponer sus gustos y sus preferencias particulares sobre las de los usuarios finales".
El director del Instituto Juan de Mariana argumenta en su blog personal que la sanidad privada "se produce una rivalidad económica entre oferentes lo que consigue de manera proactiva impulsar la innovación empresarial y tecnológica", esta competitividad "maximiza la calidad y minimiza los costes". Por lo que "el único componente que podría encarecer la sanidad privada frente a la pública es la remuneración exigida por el capitalista para financiar la inversión inicial y la reinversión de su capital", señala Juan Ramón Rallo.
Aunque Rallo sostiene que para conseguir una sanidad privada de calidad debe suceder lo siguiente: "Un mercado sanitario libre sólo puede funcionar correctamente si es un mercado libre. Y los mercados libres requieren de libertad tanto para el lado de la oferta como para el de la demanda, es decir, requieren libertad para que sea el paciente quien gestione su gasto (en lugar de que lo gestione un político) y requieren libertad para que cualquiera pueda presentar ante los usuarios su propuesta de valor".
Si el escenario anteriormente citado se cumpliera, Rallo asegura que "la sanidad española debería privatizarse completamente; no a través de concesiones administrativas, sino suprimiendo al menos el 80% del gasto sanitario público para así poder rebajar los impuestos en al menos 50.000 millones de euros actuales. La inmensa mayoría de ciudadanos podrían costearse su propia sanidad y aquellos sin recursos incluso podrían verse protegidos por una red de asistencia estatal", subraya Rallo.
Y es que, "en los últimos 15 años el gasto por paciente en la sanidad pública se ha incrementado a un ritmo que casi duplica el aumento del gasto por usuario en los dentistas. Somos conscientes de lo que cuesta lo segundo (hay precios de mercado), pero no lo somo de cuánto nos cuesta lo primero (no hay precios de mercado): y sin embargo pagamos ambos servicios (uno voluntariamente, otro coactivamente)".