
La mecánica contable de las Administraciones Públicas propicia que el saldo negativo se desboque en el último trimestre.
Es tradicional que el déficit público se desboque a final de año. Es algo que no tiene por qué repetirse -o sí- en 2012, debido a ciertas modificaciones introducidas en la mecánica de este ejercicio, pero la tónica de los últimos años es que el saldo negativo de las cuentas públicas se agranda a final de año. Cambiar la pauta habitual, ése es el desafío que afronta ahora el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro.
Hasta el momento, el Estado está en el límite para cumplir el tope para todo el año (4,5 por ciento del PIB), ya que en agosto rebasó esta cota con el 4,77 por ciento. El conjunto de las autonomías, sin desglosar, a junio estaba, con el 0,77 por ciento de saldo negativo, a mitad de su objetivo (1,5 por ciento), y la Seguridad Social, con las cuentas comprometidas por el batacazo laboral, se sostiene en positivo con un 0,3 por ciento gracias a las transferencias adelantadas por el Estado a comienzos de año. Eso, al margen de que las Corporaciones Locales cumplan con su parte del 0,3 por ciento de desequilibrio máximo.
Esas cuatro patas -Estado, CCAA, Seguridad Social y Administración Local- son las que conforman el déficit público que ha de retratarse ante Eurostat, la oficina estadística europea, y el que habrá de enjuiciar Bruselas para dar por buena nuestra senda de consolidación fiscal.
Y no hay que olvidar las operaciones que engrosan el déficit, pero no computan ante Eurostat, derivadas de las ayudas al sector financiero, y que ya precipitaron el déficit de 2011 al 9,44 por ciento.
Así pues, la tarea que afronta Hacienda hasta diciembre no es nada fácil -ésta tampoco-. Los desvíos pueden surgir en cualquiera de esas cuatro espinosas esquinas.
Controvertida negación
El ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, negó el pasado 29 de septiembre en el Congreso de los Diputados, durante la presentación de los Presupuestos para 2013 ante la prensa, la tónica de aumento a final de año de la brecha negativa entre ingresos y gastos. Pero la pauta de comportamiento ascendente es innegable, como muestran los datos de la Intervención General de la Administración del Estado que publica el Ministerio de Hacienda y como recoge claramente por trimestres la serie de Contabilidad Nacional del Instituto Nacional de Estadística.
El director de Coyuntura de Funcas, Ángel Laborda, explica este fenómeno. La pauta estacional radica en la forma de facturar, aclara. El reconocimiento de los gastos lo practica el interventor. A comienzos de año, hay pocas operaciones y menos prisa para los reconocimientos. A medida que pasa el tiempo, la intervención va incrementando su actividad, pero normalmente hay un decalaje entre la operación y el momento del visado. Es la razón por la cual los gastos del cuarto trimestre superan, en general, los de los tres anteriores. Ciertas operaciones pendientes de asunción se van dejando en el limbo contable y se acelera su tratamiento a fin de año. Sin perjuicio de que, como explica el economista jefe de Cemex, Manuel Balmaseda, también en ese periodo se trasladen algunas operaciones al primer trimestre del año siguiente, aprovechando la diferencia de criterio temporal que dan los criterios de devengo y de caja. Es decir, la contabilización en función del reconocimiento o de la entrada o salida efectiva del dinero.
Montoro tiene un as en la manga, y es que adelantó transferencias a la Seguridad Social y las autonomías a comienzos de ejercicio para invertir la evolución habitual que marcan los ejercicios anteriores. También las medidas de ajuste introducidas durante el ejercicio. Pero aun así puede suceder que la mecánica contable anule estos esfuerzos. Tras las campanadas, veremos si, esta vez, suena la campana.