La izquierda francesa, pero también una parte de la derecha, exigían el lunes al presidente Nicolas Sarkozy un cambio de política y de actitud, un día después de que su partido en el poder en Francia fuera derrotado en las elecciones municipales.
Casi diez meses después de su abrumadora derrota en las elecciones presidenciales, el Partido Socialista (PS) se recuperó el domingo en las urnas, arrebatando a la Unión por un Movimiento Popular (UMP, derecha en el poder) unas cuarenta ciudades, algunas de ellas tan emblemáticas como Toulouse (suroeste), Estrasburgo (este) o Metz (este).
La izquierda logró el 49% de los votos, frente al 47,5% de la derecha, que evitó un desastre saliendo airosa en Marsella (sureste), la segunda ciudad de Francia, que conserva por estrecho margen.
"Los franceses castigan a Sarkozy", titulaba el lunes el diario popular Le Parisien. "El encanto sarkosiano se rompió en unos cuantos meses", estimó, por su parte, el rotativo de izquierda Libération.
Reforzada por su victoria, la izquierda pidió un cambio en la política gubernamental.
"No espero más que una remodelación, que es la remodelación del comportamiento del presidente de la República y la remodelación de su política", declaró el lunes el jefe del PS, François Hollande.
El "mensaje de los franceses" tiene que ver "esencialmente con el poder adquisitivo", agregó Hollande, quien pidió una "revalorización inmediata de las pequeñas jubilaciones" y "el aumento del salario mínimo".
El descenso del poder adquisitivo constituye la principal preocupación de los franceses, y una de las razones de la caída espectacular de la popularidad de Sarkozy en los sondeos.
El jefe del Estado, que se mantuvo en un segundo plano durante la campaña, no había comentado aún los resultados electorales el lunes a mediodía. Entre las dos vueltas, había asegurado que los "tomaría en consideración", sin especificar cómo.
Según fuentes de su entorno, no se prevé una remodelación gubernamental de gran envergadura, sino más bien un cambio en su estilo y en el equipo del palacio presidencial del Elíseo.
El gobierno parece decidido a mantener en pie las reformas, e incluso a acelerarlas y ampliarlas, para responder a la "impaciencia" de los franceses, como dicen en sus filas.
El domingo por la noche, el primer ministro François Fillon estimó que "la batalla por el empleo y el poder adquisitivo debía acentuarse", aunque consideró "inoportuno" extrapolar los resultados municipales a escala nacional.
Y eso que, a la vista de la derrota, se alzaron voces exigiendo cambios que vayan más allá de la estética.
"El gobierno debe corregir el tiro sobre un cierto número de puntos", sostuvo el ex primer ministro y vicepresidente de la UMP, Jean-Pierre Rafarin, quien estima que el partido está "demasiado a la derecha" y debe abrirse al centro aprovechando la "desaparición" del presidente del Movimiento Democrático MoDem, el centrista François Bayrou, derrotado en Pau (suroeste).
El partido de Bayrou sufrió una paliza en estas elecciones.
El patrón de los diputados de la UMP, Jean-François Copé, reclamó una mayor "legibilidad" en la hoja de ruta del Gobierno.
Entretanto, la amplia victoria del PS podría precipitar la carrera a la sucesión de Hollande, cargo al que podrían aspirar la ex candidata presidencial Segolene Royal y el alcalde de París, con vistas a las elecciones del 2012.