
Todas las especulaciones están abiertas y sólo hay una cosa clara: la nueva estructura de Gobierno de Rodríguez Zapatero no será igual a la que ha existido en estos cuatro años. A partir de ahí, las composiciones que se están manejando ahora en Moncloa y en el partido que sustenta al Gobierno son varias.
Una de las más factibles es la de que Pedro Solbes se mantenga como vicepresidente económico, con las funciones ampliadas al campo energético. Pero esa composición tiene otras dos consecuencias claras que pueden ser más novedosas y que se barajan entre los técnicos más allegados al Partido Socialista: habría que crear una secretaría de Estado fuerte o un nuevo Ministerio de Hacienda, y un nuevo gabinete dedicado exclusivamente a Comercio y Turismo.
Ese modelo sería muy parecido al que utilizó Rodrigo Rato en la segunda legislatura del PP, pero con una diferencia. Con este modelo se cumpliría una de las exigencias fundamentales de los grandes empresarios del sector de la energía: tener su propio órgano de interlocución con el Ejecutivo de forma autónoma y sin que esté inmerso en un gabinete en el que se mezclan cuestiones como el comercio, las pymes o el turismo.
Control de los precios
La última pata que le faltaría a todo a esa composición es la parte de la investigación, el desarrollo y la innovación, que podría integrarse en algún otro ministerio.
La justificación de poner en marcha un Ministerio de Comercio está en la evolución de los precios y la necesidad de controlar su formación. Zapatero anunció en su segundo debate televisado la creación de un nuevo observatorio, para controlar sobre todo las grandes diferencias que se producen en el caso de los alimentos entre el origen y a la venta al público. Ésa sería una de las grandes funciones de este nuevo ministerio, junto con la vigilancia de las exportaciones y las importaciones y la evolución de la competitividad exterior de las empresas españolas.
Un posible Ministerio de Hacienda estaría justificado, sobre todo, por el cuidado que necesita a partir de ahora la evolución de los ingresos y la puesta en marcha del nuevo modelo de financiación autonómica y local. En sus manos estaría la negociación con las autonomías de los futuros consorcios tributarios, algo que, en el caso de Cataluña, tiene que estar formado en agosto de este mismo año.
Nueva reforma fiscal
Ese nuevo ministerio sería, además, el encargado de preparar una nueva reforma fiscal, que se aplicaría en la segunda parte de la legislatura, si es que la evolución de los ingresos tributarios lo permite.
Todas las versiones oficiales señalan que el presidente Zapatero esperará hasta después de Semana Santa para decidir el nuevo Gobierno, pero sus técnicos están realizando ya las primeras consultas con los implicados en ello, tanto del sector público como del privado.