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Massao, un 'samurai' que quiere salvar la 'Tailandia' de Brasil

Un descendiente de japoneses está empeñado en mostrar que Tailandia, un pobre municipio amazónico (norte), puede obtener riqueza sin devastar la riqueza forestal de la selva.

El 'samurai' Massao Ozaki (52) abandonó la industria maderera y acabó dedicado a la hotelería y la agricultura convencido de que la región encontrará un camino hacia un futuro próspero.

Oriundo de Terra Rica (estado de Paraná, sur) e hijo de agricultores japoneses, Ozaki llegó a Tailandia --55.000 habitantes-- en 1982. "Tenía apenas una bolsa en mis hombros y con dinero para pasaje de ida pero no de vuelta", declaró a la AFP.

Hoy tiene cuatro hijos, una esposa nativa y varios emprendimientos con perspectivas más que reales.

Massao administra el mejor hotel local de Tailandia, tiene dos campos con plantaciones diferenciadas y proyecta a futuro una fábrica de aceite.

Sus padres llegaron de la sureña isla de Kochi a Brasil, trabajaron como esclavos de haciendas de café de Sao Paulo y luego huyeron en 1951 a Paraná. Massao debió luchar mucho. Llegó a ser industrial maderero y hasta legislador municipal de Tailandia.

"Fue duro, me di cuenta que no era por ese camino, entonces fue cuando monté mi hotel, con solo 11 habitaciones en 1993", indicó. Ese hotel le "abrió una puerta" a los otros negocios.

Discreto y bien humorado, Massao explica a la AFP que ve futuro para esta zona amenazada por el desempleo masivo debido a la ofensiva del gobierno federal contra la deforestación amazónica y que puso su ojo en aserraderos de la industria maderera y los hornos de carbón.

"Quiero mostrarle a la gente que hay posibilidades de prosperar si se toma el camino correcto. Hoy estoy consolidando el futuro de mis hijos, quiero seguir progresando", afirmó animado Massao, quien con sus múltiples actividades --además estudia gestión empresarial por internet-- duerme cinco horas diarias.

Entonces detalla sus secretos: además del hotel, tiene un campo de 50 hectáreas con 15 hectáreas de naranjos y árboles nativos, así como pimientos para exportar luego pimienta negra. En otra finca de 200 hectáreas tiene parcelas de dendé --planta de palma de donde se extrae un saludable aceite--.

En un recorrido por sus campos muestra prolijas plantaciones iniciadas hace 8 años y que espera le den rédito en pocos años.

"El dendé es un negocio enorme, pues en 30 o 40 años no tiene como caer, sólo puede obtenerse aquí en esta región", dijo Massao.

Para plantarlo tuvo el apoyo de una empresa que le dio dinero adelantado sin intereses y le comprará por 10% del precio internacional del aceite.

Con el dendé espera obtener después de siete años un ingreso mensual de unos 18.000 reales (USD 10.500) líquidos descontando costos.

Sobre el pimiento, de donde saca la codiciada semilla de pimienta negra, resaltó que en 2007 produjo unas 35 toneladas que le rindieron 150.000 reales (USD 88.200).

"Este tipo de cosas es lo que el gobierno debe fomentar. Yo hago mi propio esfuerzo y apuesto a 10 o 20 años con agricultura. Esta es la salida", subrayó.

Sobre el actual conflicto de la deforestación cree que gran parte de los madereros a los que el gobierno castiga por talar ilegalmente la Amazonia "habrá de salir de aquí para otra parte". "Los que se atengan a las nuevas normas ambientales, se quedarán y podrán prosperar", añadió.

A futuro, Massao quiere montar en Tailandia la primera fábrica de aceite de dendé de la región.

"Creo que hay opciones para que este lugar prospere", dijo Mazzao con fe envidiable. Y los hechos parecen darle la razón, tal vez reflejo de una sabia filosofía oriental.

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