España

Raul Castro, controlado de cerca por su hermano mayor y la vieja guardia

Raúl Castro, nombrado presidente de Cuba el domingo, tendrá apenas un estrecho margen para responder a las demandas de cambio de sus compatriotas, entre un Fidel Castro que promete mantenerse omnipresente y una vieja guardia ultra-ortodoxa promovida a su lado, estiman analistas.

"Es un búnker", estimó un diplomático poco después del anuncio en el Parlamento cubano de la composición de la nueva dirección del país, en una jornada histórica en la que se pudo ver, por primera vez en 49 años, la designación de un nuevo jefe del Estado comunista.

En su discurso de investidura, Raúl Castro hizo aprobar inmediatamente a mano levantada por los diputados la autorización para dirigirse a su hermano para decidir cualquier tema importante relacionado con la defensa, la política exterior e incluso "el desarrollo económico".

"Fidel está, ahí como siempre, con la mente bien clara, y la capacidad de análisis y previsión, más que intacta, fortalecida", afirmó.

Admitió sin embargo que "pese a su progresivo restablecimiento, su condición física no le permitiría interminables jornadas de trabajo" como en el pasado.

Desde un hospital de La Habana, en el que el viejo líder de 81 años intenta recuperarse de múltiples operaciones intestinales, Fidel Castro parece asegurarse así de que continuará influyendo sobre los asuntos políticos del país.

El fundador del régimen, tradicionalmente hostil a toda liberalización, indicó en su mensaje de renuncia el martes que planea ser ahora el "soldado de las ideas".

En diciembre pasado, en la última sesión de la Asamblea saliente, hizo saber que había leído -y aprobado- el discurso de su hermano.

La elección de los hombres para el período "post-Fidel" fue cuidadosamente meditada por el viejo líder cubano, estima la mayoría de los analistas.

Al respecto, la sorpresa se produjo el domingo, no con la elección de Raúl Castro, ampliamente esperada, sino con la del "número dos" José Ramón Machado, punta de lanza de una estricta ortodoxia marxista-leninista, para el puesto que se esperaba ocupara Carlos Lage, un reformador moderado de 56 años.

"Es un duro golpe para la generación intermedia", la de quienes están en los cuarenta y en los cincuenta años, declaró un diplomático occidental.

El reclamo de cambios se hace sentir cada vez con más fuerza en Cuba en los últimos meses, desde todos los sectores de la población.

Raúl Castro había invitado a los cubanos a plantear "con valentía" sus problemas, y éstos lo hicieron durante miles de reuniones realizadas en el otoño pasado.

En su discurso del domingo, aludió a las críticas formuladas en esa ocasión, subrayando que éstas se hacían "en el seno de la revolución".

"No se deben temer las divergencias en una sociedad como la nuestra", declaró Raúl, advirtiendo sin embargo que estaría dispuesto a "enfrentar resueltamente" las críticas destinadas "a presionar", movidas por "la ambición o la "demagogia".

"Creo que había más expectativas en el plano político, que en el plano social", comentó por su parte un diplomático latinoamericano.

Pragmático, Raúl Castro ya prometió poner en práctica "cambios estructurales", para reanimar la economía, en la que se registran problemas de todo tipo, sofocada además por una pesada burocracia y un duro embargo estadounidense.

Somos conscientes de los enormes esfuerzos necesarios para "fortificarla", dijo el domingo, declarándose "abierto a escuchar la opinión de todos".

Pero para ello, "es necesario planificar bien", agregó, antes de anunciar sin embargo el levantamiento de ciertas restricciones económicas que afectan a los cubanos, la semana próxima, aunque no precisó a cuáles se refería.

"Hay posibilidades y potencialidades de cambio en Cuba, pero deben venir del interior" del país, estimó por su parte Tom Shannon, jefe de la diplomacia estadounidense para América Latina, en una entrevista con la AFP.

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