Las autoridades de Río de Janeiro retomaron este viernes la búsqueda de víctimas en áreas de desmoronamientos, con ínfimas esperanzas de hallar supervivientes, y autorizaron el desalojo por la fuerza de personas que residen en las áreas consideradas de riesgo.
En Morro do Bumba, en la ciudad de Niteroi (próxima a Río de Janeiro), una dotación de bomberos y de Defensa Civil reinició bajo lluvia las operaciones para rescatar cuerpos después del impresionante deslizamiento de lodo que en la noche del miércoles arrasó por completo unas 60 viviendas.
En esa zona, los bomberos ya recuperaron 17 cuerpos sin vida, aunque de acuerdo con el testimonio de vecinos y parientes el alud de lodo y basura pudo haber sepultado a unas 200 personas, motivando el enorme despliegue logístico para las operaciones de rescate.
Sin embargo, a medida que pasan las horas, las posibilidades de encontrar supervivientes disminuyen. "Hay posibilidades (de encontrar supervivientes). No es fácil pero hay esperanzas", declaró a la AFP el secretario de seguridad y defensa civil de Niteroi, Marival Gomes.
Desde el inicio de las lluvias torrenciales en todo el Estado de Río de Janeiro, en la noche del lunes pasado, el número de víctimas fatales asciende a 183, según la última cifra divulgada por los bomberos
En la ciudad de Río de Janeiro, el alcalde Eduardo Paes informó este viernes de que firmó un decreto municipal que autoriza el desalojo por la fuerza de los vecinos que insisten en permanecer en casas construidas en áreas consideradas de riesgo inminente de nuevos deslizamientos. De acuerdo con la medida, la municipalidad podrá utilizar incluso la policía para desalojar viviendas que presenten riesgo de derrumbe, dijo Paes.
"Existe el riesgo de nuevas lluvias en la ciudad y no podemos dejar a esas personas en lugares de riesgo", precisó el alcalde en una improvisada conferencia de prensa en la mañana de este viernes.
Toda la zona costera de Río de Janeiro y Niteroi fue golpeada además por una marea alta, que llegó a provocar olas de más de 4 m de altura, tornando más difícil el drenaje del agua de lluvia que anegó varias zonas de la ciudad.