España

El análisis: Rajoy se engaña a sí mismo con Camps y Costa

La primera rueda de prensa concedida por el jefe de la oposición desde abril ha resultado fallida y, lejos de iluminar, ha puesto de manifiesto que él mismo vive en una burbuja de irrealidad al respecto, lo que puede hacer imposible que consiga encarrilar el desaguisado.

No hay peor cosa en política que negar la evidencia porque el potente sentido común de la ciudadanía se percata enseguida de ello, lo que acarrea una pérdida del prestigio y de la credibilidad de quien así actúa. Pues bien: Rajoy ha tratado hoy de convencer al auditorio de que la "dimisión" de Costa ha sido absolutamente ortodoxa, y a petición del interesado, tanto en el comité ejecutivo del PPPV -como secretario- como en el grupo parlamentario -como portavoz-. Además, Camps no le habría engañado, por lo que mantiene toda su confianza. Parece olvidar Rajoy que las radios y televisiones siguieron prácticamente en directo el esperpéntico proceso de anteanoche en Valencia.

Malas compañías

La explicación del porqué de la defenestración de Ricardo Costa ha coincidido sustancialmente con las que ayer dio Cospedal: las malas compañías. A un secretario general hay que pedirle "un plus de exigencia" porque su responsabilidad es mayor que la de un militante de base. Pese a ello, ha defendido la honradez del personaje. Pero más adelante ha añadido que no va a consentir "conductas que puedan avergonzar a ningún votante de nuestro partido".

Las preguntas se agolpan: ¿qué malas compañías frecuentó Costa que no fueran también las habituales de Camps? ¿Qué conductas impropias del ya ex secretario general se diferencian de las que ha mantenido el presidente de la Generalitat valenciana? ¿Acaso aceptar regalos? ¿Quizá mantener íntima amistado con el número dos de la 'trama Gürtel'? ¿A lo mejor mantener conversaciones -que han salido a la luz- con los facinerosos que no son propias de un cargo institucional?

La trama externa

A continuación, Rajoy ha negado la existencia de una trama interna en el PP. La trama sería externa. Y estaría formada por una especie de conspiración universal en la que participarían el gobierno, los jueces y los fiscales. Parece ocioso decir que lo que tiene Rajoy dentro del partido es un conjunto de avariciosos militantes que en un cierto momento olvidaron sus obligaciones con el partido y con la sociedad y se dedicaron a enriquecerse con la complicidad de una banda de delincuentes. En Valencia, pero también en Madrid, en Baleares, en Galicia, en Castilla-León. Ese tumor no es el partido pero está dentro del partido, y la enfermedad puede ser mortal sin una rápida y decidida cirugía. Si Rajoy cree, o quiere creer, que prescindiendo del joven Costa ha zanjado el problema, está muy equivocado.

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