España

Solbes, el único diputado que no aplaudió a Zapatero

El ex ministro de Economía y Hacienda, Pedro Solbes

Uno de los aspectos más comentados del debate sobre el estado de la Nación ha sido la pasividad del diputado Solbes: cuando sus compañeros de escaño jaleaban las intervenciones de su jefe de filas, el ex vicepresidente económico permanecía impasible en su asiento, sin aplaudir. Las cámaras de tv registraron varias veces esta excentricidad.

Tanto el aparato del PSOE como colaboradores de Solbes han afirmado que esta inhibición se debe a su voluntad de mantener un perfil muy bajo, ajeno incluso a los grandes asuntos de actualidad. Su disciplina parlamentaria se reduce a asistir a los plenos y, lógicamente, a votar en ellos con su partido. Pero ya no participará en comisiones ni desempeñará alguna otra tarea parlamentaria.

Más allá de la parte oficial

Esta versión oficial es verdad sólo en parte. Pedro Solbes se ha negado a efectuar cualquier declaración pública tras su relevo por Elena Salgado, pero su entorno privado ha filtrado discretamente la desolación del ex ministro por el desarrollo de los acontecimientos.

La salida de Solbes del Gobierno, vehementemente deseada por el veterano político, fue negociada con el presidente Zapatero. En las conversaciones amistosas que ambos mantuvieron, quedó acordado que la vicepresidencia pasaría a manos de David Vegara, secretario de Estado de Economía y brazo derecho del propio Solbes. Pero, finalmente, otras presiones provenientes del propio Gobierno -y muy en especial de Rubalcaba- convencieron a Zapatero de que la persona idónea era Elena Salgado.

El cambio de criterio no era inocuo: Vegara, aunque con menor peso específico que su mentor, hubiera mantenido los criterios de rigor y ortodoxia en relación al gasto público. Salgado, en cambio, se plegaría fácilmente a los dictados del presidente y de los ministerios políticos. Los hechos confirman esta tesis. Y la propia Salgado ha declarado que "ahora toca gasto" ante quienes le han expresado preocupación por el crecimiento desenfrenado del déficit. En definitiva, se está dilapidando la herencia de solvencia que había acumulado Solbes, y todo indica que la salida de la crisis se verá seriamente dificultada por la deuda exorbitante acumulada, que puede superar el 60% del PIB admitido por Bruselas como límite del endeudamiento.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky