
Praga, 8 ene (EFE).- La Unión Europea ha puesto hoy todo su peso como bloque detrás de un llamamiento apremiante a Rusia y Ucrania para que pongan fin enseguida al corte en el suministro de gas, que está afectando ya a dos tercios de los países europeos en pleno invierno.
Ministros y viceministros de Asuntos europeos, reunidos en Praga para un encuentro informal que ha terminado convirtiéndose en un ejercicio de gestión de crisis, han aprobado una declaración en la que urgen a Moscú y Kiev a "cumplir sus obligaciones" sin dilación.
El gesto no ha tenido de momento efecto sobre la disputa, pese a que desde ayer parecía que tanto Rusia como Ucrania aceptaban la propuesta europea de una supervisión internacional del flujo de carburante ruso que transita por los gasoductos ucranianos.
En Bruselas, delegaciones de las empresas gasísticas involucradas -la rusa Gazprom y la ucraniana Naftogas- fueron incapaces de acordar con la UE las modalidades del envío de esos "observadores independientes".
"El diablo se esconde en los detalles", admitía en Praga el viceministro checo de Asuntos Europeos, Alexandr Vondra, antes de confirmarse que los contactos técnicos en Bruselas no daban resultado.
Para el próximo lunes ha sido convocada una reunión extraordinaria de los ministros de Energía de la UE, en la que se analizará "la situación en el mercado, incluida la cuestión de los observadores, y la adopción de medidas", afirma la declaración sin más detalles.
El secretario de Estado español para asuntos europeos, Diego López Garrido, ha valorado el hecho de que la Unión haya asumido como propio el problema del corte en el abastecimiento de gas ruso, tal y como viene defendiendo España desde el principio.
"Este es un asunto de Europa, que afecta estratégicamente a la Unión", ha asegurado.
En su declaración conjunta, los Veintisiete consideran "inaceptable para la Unión ver a sus ciudadanos y empresas sufrir las consecuencias de cortes de gas debidos al incumplimiento por ambos países de sus obligaciones contractuales".
En alusión a Rusia y Ucrania, añade la nota que "ambas partes han mostrado hasta la fecha poca determinación a la hora de resolver el problema, que menoscaba su credibilidad".
El mensaje desde Praga provocó la aceptación por Ucrania del envío de observadores "europeos", pero sin presencia rusa, lo que no ha sido aceptado por Moscú.
Los europeos tratan de separar dos problemas: el litigio bilateral entre Rusia y Ucrania por el pago del gas que Moscú vende a Kiev, y el tránsito por territorio ucraniano del gas que Rusia vende a Europa.
Moscú ha cortado totalmente el suministro a la UE con el argumento de que Ucrania lo desvía en beneficio propio para compensar los recortes que Rusia le impone con el fin de resarcirse de la deuda contraída y de obligarla a aceptar precios más altos.
Vondra ha insistido en que la Unión no quiere entrar como árbitro en el litigio comercial bilateral y no se plantea recurrir a "ningún medio de chantaje", como sería en estos momentos no pagar a Rusia por el gas que no está recibiendo.
La propuesta de enviar verificadores imparciales tiene como objetivo comprobar cuál es el flujo real de gas ruso que entra a Ucrania y sale de ella por ocho puntos de conexión.
Se trata de saber si es cierto, como pretende Moscú, que Ucrania está desviando gas que va destinado a Europa, o si por el contrario es Rusia la que no bombea ese carburante, como sostiene Kiev.
La crisis actual es una reedición de la vivida hace tres años pero con mayor gravedad debido a la difícil situación económica y a la crudeza del invierno en todo el continente.
Lo sucedido prueba que "se ha perdido el tiempo", según López Garrido.
El representante español también ha destacado la necesidad de desarrollar las interconexiones, encontrar alternativas al gas ruso y diversificar el aprovisionamiento energético en general.
La falta de una verdadera "malla" de oleoductos en Europa hace imposible, actualmente, enviar a Eslovaquia desde Occidente el gas que este país precisa con urgencia.