Los avances tecnológicos no dejan de sorprendernos. Algunos de ellos son tan sofisticados que los guionistas de cine no han podido resistirse y los han convertido en los protagonistas de algunas de su películas. Es el caso de los drones, vehículos aéreos no tripulados ?Unmanned Aerial Vehicle (UAV, sus siglas en inglés)- cuyo uso, en el caso de Estados Unidos, está restringido para misiones de vigilancia e inteligencia.
La Administración Federal de Aviación americana (FAA) es la encargada de decidir cuándo y de qué manera se pueden emplear este tipo de aviones, marcando una serie de restricciones muy duras mientras estudia cómo regular mejor su uso para, entre otras cuestiones, mantener la seguridad de los aviones comerciales.
Sin embargo, el uso de drones a nivel comercial podría comenzar a despegar poco a poco. Así parece que lo ha considerado la propia FAA al otorgar la primera licencia comercial para utilizar un avión no tripulado.
Tareas de supervisión
La beneficiaria ha sido la empresa petrolífera BP, que utilizará un UAV fabricado por la empresa AeroVironment con el objetivo de llevar a cabo tareas de supervisión en los 1.930 kilómetros de longitud de tuberías que forman parte del yacimiento petrolífero que tiene en la Bahía Prudhoe, al norte de Alaska, en pleno Océano Ártico. Un lugar donde las inundaciones, desintegraciones de hielo y témpanos de hielo cambian constantemente la topografía, haciendo que el uso de otros métodos de supervisión sean difíciles y costosos. Estos aviones no tripulados también ayudan a la petrolera a explorar la red de tuberías para identificar aquellas zonas que necesitan la reparación de daños causados por heladas.
Aunque BP lleva desde el año 2006 haciendo pruebas con este tipo de aviones, no ha sido hasta este verano cuando, gracias a la autorización concedida, ha comenzado a probar el PumaAE, el modelo de dron elegido por la compañía inglesa. Se trata de un avión teledirigido de pequeño tamaño -de1,8 metros de longitud y 2 metros de envergadura-. Está hecho de ultraluz Kevlar y pesa menos de 7 kilos. Estos drones tienen una autonomía de vuelo de entre tres horas y tres horas y media y pueden permanecer estables con vientos de hasta 50 kilómetros por hora.
Gracias a este tipo de tecnología, BP consigue que el Puma AE tarde tan sólo 30 minutos en comprobar el estado de tres kilómetros de tubería, cuando una persona tardaría en el mismo proceso una semana.
Estos aviones no tripulados también pueden estar controlados desde estaciones móviles pilotados por una persona que hacer volar la máquina junto a otra persona más que se encarga de manejar las cámaras de a bordo y que, acompañados de expertos, analizan las fotografías y los datos que se reciben.
Pero la verdadera innovación está en el equipo que llevan estos drones, que incorporan sensores remotos que usan pulsos de láser para recoger imágenes en 3D. El escáner de láser puede transmitir hasta 400.000 pulsos de luz por segundo.
También por mar
Pero no hay que irse tan lejos para encontrar vehículos de estas características utilizados para distintas aplicaciones en el sector energético. Esta vez, en el mar. En España tenemos un claro ejemplo. La Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT), en colaboración con las universidades de Oporto, Zagreb y Chipre, lidera el proyecto europeo Underwater Robotics ready forOil Spills- URready4OS-, con el objetivo de crear una flota de vehículos inteligentes de respuesta rápida para detectar vertidos de petróleo en el mar.
Capitaneado por Javier Gilabert, profesor de la UPCT y codirector del Laboratorio de Vehículos Submarinos de la Politécnica de Cartagena, los investigadores acaban de finalizar en la Bahía de Split, en Croacia, un simulacro que ha consistido en el vertido en profundidad de un tinte inocuo de color rojo llamado rodamina que, simulando un vertido real, ha servido para testar los sensores de los vehículos submarinos y la capacidad de trabajo y comunicación entre los robots.
El resultado ha sido muy positivo, nos ha explicado el profesor Gilabert, ?primero, porque todos los vehículos han funcionando perfectamente con los sensores que llevaban integrados; segundo, porque el protocolo de comunicación de los drones con las boyas y con los vehículos submarinos en el envío de los datos se ha realizado correctamente y a tiempo real; y, además, hemos podido realizar otra prueba que no estaba contemplada y era la de cambiar la misión de uno de los vehículos submarinos, es decir, que si sólo uno de los vehículos detectaba la mancha enviara la señal a la boya para que ésta, a su vez, le mandara una señal al vehículo perdido para que se dirigiera hacia la zona del vertido?.
?Lo que pretendemos es ofrecer nuestra tecnología para estar mejor preparados ante catástrofes como la ocurrida en el Golfo de México hace cuatro años y poder detectar los vertidos que quedan por debajo del agua?, señala Gilabert.
Precisamente en junio del año que viene, Cartagena será el escenario de un nuevo simulacro de detección de vertidos con el que se terminará de poner a punto el protocolo de actuación y la flota de vehículos autónomos para reaccionar rápidamente ante posibles catástrofes.
Las ?almas? del proyecto
El Laboratorio de Vehículos Submarinos de la UPCT cuenta con una flota compuesta por cuatro vehículos aéreos, cuatro submarinos y uno terrestre.
De los cuatro vehículos aéreos no tripulados (UAV), dos de ellos son de tipo quadcopters, con los que visualizan por el aire la zona de interés y rebotan las señales que emiten los vehículos marinos a la base de control. Por su parte, el vehículo robotizado de superficie se puede utilizar para que ejecute rutas programadas automáticamente y transmita en directo a la estación base la información que capta.
Y para indagar en las profundidades se dispone de cuatro vehículos submarinos. Un vehículo operado remotamente, (ROV, por sus siglas en inglés) que puede bajar a grandes profundidades y que es manejado y alimentado por un cable umbilical de fibra óptica; un vehículo autónomo submarino (AUV) con hasta ocho horas de autonomía que registra una serie de parámetros gracias a sus sensores y los enmarca en el momento y puntos de geolocalización donde fueron tomados; un mini ROV teleoperado que permite ver con gran detalle zonas de poca profundidad; y un vehículo cedido por la Armada Española con tecnología de control para cambiar e incorporar todo tipo de instrumentación.
Estos vehículos ofrecen la posibilidad de realizar mediciones con radar, sonar de barrido lateral, batimetrías, captación de imagen por ultrasonido, así como sondas de perfilación de sonido y magnetómetros que sirven para distinguir los materiales presentes en el fondo marino.
Todas estas funcionalidades tienen un enorme potencial para identificar objetos, incluso aunque estén enterrados, ya que incorporan una manguera de aire para retirar la arena. También cuentan con sensores de altimetría y profundímetros para medir la distancia a la superficie y al suelo marino, así como sistemas de transmisión para medir la distancia al barco o puesto de control.
Artículo incluido en la última edición de la revista elEconomista Energía. Suscríbase gratis