
El Pleno del Consejo de Seguridad Nuclear ha aprobado hoy, con 4 votos a favor y uno en contra, exigir a la central de Garoña nuevos requisitos para poder estudiar la solicitud de renovación de su autorización de explotación hasta el 2031.
Antes del próximo 30 de septiembre, Nuclenor, titular de Garoña, deberá presentar una previsión de fechas para el cumplimiento de todos las exigencias adicionales solicitadas. El voto en contra lo ha emitido la consejera Cristina Narbona (PSOE), que formulará un voto particular.
Algunas de las condiciones que establece la nueva Instrucción Técnica Complementaria del regulador implica cambios de diseño antes de cargar el combustible en el reactor de Garoña, parado desde diciembre de 2012 por decisión de Nuclenor, participada al 50% por Endesa e Iberdrola.
De este modo, la planta deberá verificar el estado funcional y la integridad estructural de la vasija del reactor y de sus componentes para descartar defectos como el de la central belga de Döel (donde se hallaron miles de pequeñas fisuras en el acero de su vasija y cuyo fabricante es el mismo que el de la central burgalesa).
Además, habrá de aplicar un programa de inspección y seguimiento de las penetraciones del fondo de la vasija del reactor, donde se sitúan los tubos-guía de los mecanismos de inserción de las barras de control, y comprobar el estado de los componentes internos de la vasija y el plan de inspección de sus soldaduras circunferenciales.
Propuestas de Nuclenor en mayo
Nuclenor presentó a Industria el pasado 27 de mayo su solicitud de renovación para funcionar hasta 2031, que fue trasladada al CSN para su evaluación y correspondiente informe vinculante.
La instrucción técnica establece requisitos relacionados con su actual situación de cese de operación; con la operación a largo plazo; con las inspecciones para verificar la seguridad de la vasija del reactor, y con las medidas derivadas del accidente de Fukushima (Japón), entre otros.
Precauciones post-Fukushima
Para cumplir con post-Fukushima y las posteriores pruebas de estrés exigidas por la Comisión Europea, el CSN demanda -igual que al resto de las nucleares- un Centro Alternativo de Gestión de Emergencias desde donde dirigir una situación de accidente severo, y un sistema de venteo filtrado para despresurizar y mantener la integridad estructural de la contención, evitando mediante los filtros la emisión de radiactividad al exterior.
También deberá instalar equipos "recombinadores" de hidrógeno en el edificio del reactor para evitar explosiones de este gas, e incorporar todos los requisitos de las Instrucciones Técnicas Complementarias derivadas de Fukushima.
Entre las modificaciones identificadas por el CSN en 2009 en el marco de la revisión periódica de seguridad, que finalmente no fueron requeridas a Nuclenor por el cese de explotación, figura la instalación de un nuevo sistema para el tratamiento y control de los gases radiactivos en los recintos y estructuras de la contención en caso de accidente.
También la mejora del aislamiento de la contención primaria; la independencia de equipos y cables eléctricos que cumpla los criterios de separación física entre sistemas de seguridad y sistemas no relacionados con la seguridad; y del sistema de protección contra incendios, mediante un refuerzo de los equipos contra seísmos, instalación de compuertas cortafuegos y un nuevo trazado de los cables eléctricos.
Greenpeace ve "imposible" que Garoña alcance los requisitos
Por su parte, Greenpeace ha lamentado que el Pleno del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) haya "abierto la puerta" a la reapertura de la central nuclear de Santa María de Garoña, aunque afirmó que es "imposible" que esta instalación cumpla con los estándares tecnológicos de última generación necesarios para los nuevos reactores.
El grupo ecologista asegura que la documentación y los requisitos adicionales que ha acordado exigir el CSN a Garoña "dejan en evidencia todas las deficiencias de la central más antigua de la Unión Europea".
La responsable de la campaña antinuclear de Greenpeace, Raquel Montón, subrayó que "la lista interminable de requerimientos que ha hecho el CSN a Garoña demuestra inequívocamente las grandes lacras de la central nuclear".
"Nunca se ha dado una licencia por más de 10 años y el CSN lo quiere hacer por primera vez con una nuclear obsoleta e irrecuperable", aseveró. Greenpeace recalcó que, según la normativa del CSN, las revisiones periódicas de seguridad de las centrales nucleares se realizan cada 10 años, en cumplimiento con sus correspondientes permisos o autorizaciones de explotación.