Vivieron uno de sus momentos más dulces en la época de bonanza de la construcción, pero la caída en picado de este sector desde 2008 ha provocado un importante descenso de su actividad. Nos referimos a las empresas instaladoras de electricidad.
Una bajada en la productividad que, unido al tema de los impagos, ha repercutido directamente en una fuerte reducción de empleo, estimada en un 50 por ciento, y que ha traído como consecuencia una disminución tanto del número de empresas del sector como del tamaño medio de las mismas en cuanto al número de empleados se refiere, tal y como confirma Javier Domínguez, gerente de la Federación Nacional de Empresarios de Instalaciones Eléctricas y Telecomunicaciones de España (Fenie), que ha visto como el número de sus asociados ha descendido desde los 16.000 hasta los 12.000 en estos años.
El nuevo escenario ha forzado a las empresas a explorar nuevos nichos de mercado. En este momento existen varias actividades que están creciendo lentamente en las que las empresas instaladoras tienen puestas sus esperanzas, siendo una de ellas la inspección periódica de edificios. El Reglamento Electrotécnico de Baja Tensión de 2002 obliga a las instalaciones con una potencia total instalada superior a 100 kilovatios a ser inspeccionadas y, en el caso de que se detecten deficiencias, son los instaladores los encargados de hacer las mejoras necesarias. Según Domínguez, ?esta opción ha abierto algo de trabajo en Madrid y Cataluña?.
Otra alternativa de negocio se encuentra en la rehabilitación de edificios, sobre todo en lo que respecta a la parte de la eficiencia energética, ?que es una parte de trabajo que, a futuro, cuenta con muy buenas expectativas por el parque de edificios antiguos que existe en España?, explica el representante de Fenie. El pasado mes de enero se publicaba el borrador que traspone la Directiva de Eficiencia Energética en Edificios 2012/27, pero el impulso que el Gobierno debería estar haciendo para potenciar acciones para la realización de este tipo de mejoras no está siendo excesivamente fuerte, probablemente, justifica Domíguez, ?porque en las circunstancias actuales el Estado seguramente ha preferido no obligar a los propietarios de estas instalaciones a realizar este tipo de inversiones?.
Existen otras vías en las que las empresas instaladoras podrían tener también su hueco. Es el caso de las recomendaciones de mejora de un inmueble gracias a los certificados energéticos, o el vehículo eléctrico en lo que a la instalación de puntos de recarga se refiere, pero que actualmente se encuentran en un momento de una inmadurez más que evidente.
Al contrario de lo que pudiera parecer, la obligación de sustituir los antiguos contadores de la luz por los nuevos contadores inteligentes o smart meters para potencias inferiores a 15 kilovatios antes de 2019 no está aumentando su negocio. Se trata de un cambio cuya responsabilidad recae en las empresas distribuidoras y para el que cuentan con un número determinado de instaladores asociados que, en líneas generales, representan un bajo porcentaje del total de las empresas del sector.
En lo que sí se puede decir que se ha producido algo más de movimiento es en lo que respecta al cambio en la potencia contratada. Animados por las distintas asociaciones de consumidores, algunos usuarios que disponen de pisos o locales vacíos y que han visto reflejado en su recibo de la luz una subida en la parte del término de potencia de más del 50 por ciento, han tomado la decisión de dejarla a la mínima. También está el caso de los que -como bares y restaurantes- no tenían instalado ningún elemento de control de la potencia contratada y que durante años se han beneficiado de esta situación, pero como el nuevo contador sí puede computar la potencia, se han visto obligados a subirla para poder funcionar.
Autoconsumo: oportunidad perdida
Era su gran apuesta. Las pequeñas instalaciones de generación con autoconsumo. Un negocio en el que se habían involucrado muchas de las empresas instaladoras y donde han notado una importante bajada de producción desde que salió a la luz el RD correspondiente al autoconsumo y que propone un peaje de respaldo para este tipo de instalaciones, del que aún no se conoce su valor, pero que ha dejado esta parte del negocio en standby.
El gerente de Fenie lamenta esta situación: ?Teníamos incluso empresas asociadas a la Federación que habían desarrollado, por ejemplo, patentes de aerogeneradores de determinada potencia que contaban, incluso, con el apoyo de fondos europeos, pero que no se han podido poner en práctica y que, ahora mismo, están intentando vender fuera de España?.
Fenie cuenta que alguno de sus instaladores asociados con una instalación de autoconsumo realizada lleva meses intentando ponerla en marcha, lo que supone no poder dar servicio a su cliente. ?Le están diciendo que asegure, con un elemento que no tenían previsto, que no va a haber vertido a red, y con eso parece que va a poder funcionar?.
Combatir el intrusismo profesional
No hay una cifra concreta o un porcentaje aproximado que cuantifique lo que está sucediendo, pero lo cierto es que el conjunto de empresas instaladoras lleva mucho tiempo sufriendo una lacra de la que tampoco están exentos otros sectores: el intrusismo en la profesión que, además de provocar importantes pérdidas en sus negocios, también les está creando problemas de mala imagen de cara a sus clientes.
Atajarla por completo es difícil, pero el sector ha querido ponerle remedio y, desde hace unos meses Fenie, en colaboración con Aenor, ha puesto en marcha la Certificación Voluntaria de Empresas Instaladoras, un servicio con el objetivo de identificar a las empresas instaladoras que cumplen con todas las garantías profesionales y legales para el desarrollo de su actividad y que dota a la Administración y a los consumidores de un registro nacional accesible a través de eic.fenie.es, y una marca que les permita distinguir en el mercado a las empresas que cumplen con todos los requisitos establecidos por el Ministerio de Industria.
El proceso de certificación está en marcha en una veintena de provincias, en las que ya se han certificado más de 400 empresas.
A la conquista del mercado exterior
Ante la situación evidente de falta de negocio, los expertos afirman que la reactivación del sector pasa, en estos momentos, por su internacionalización. De momento hay pocas empresas que se atrevan, ya que el riesgo es muy alto, pero algunas de ellas están haciendo sus incursiones.
Las del sur de España están intentando abrirse camino en Marruecos, Argelia y Túnez. Otras, instaladas en el norte del país -Girona y País Vasco-, están trabajando en Francia con resultados satisfactorios. Y también hay casos -los menos-que están saliendo a los mercados africano y latinoamericano.