
La crisis energética global ha modificado las rutas del petróleo y el gas en Europa y África, revalorizando una serie de países que, hasta ahora, no tenían tanto peso internacional en la cadena de suministro energético. Nigeria, el mayor productor africano de crudo, ha irrumpido en el escenario global con un ambicioso proyecto de conexión energética con Europa, a través de España, así como con la puesta a punto de la refinería de petróleo más grande de África. Sin embargo, la presencia de piratas en la sus costas, así como el temor a los vertidos han provocado que las petroleras internacionales se estén marchando de territorio nigeriano.
El pasado 29 de noviembre, la compañía noruega Equinor anunció la venta de su sucursal en Nigeria, a Chappal Energies, una petrolera nigeriana especializada en el 'upstream', el proceso que engloba la exploración, la perforación y, finalmente, la extracción de crudo. En esta operación, Equinor se deshizo del 20% de participación en el campo de petróleo Agbami, operado actualmente por Chevron, el cual ha producido más de 1.000 millones de barriles de petróleo desde 2008.
Según afirmó la empresa noruega, el movimiento iba en línea con la estrategia de optimizar el porfolio de petróleo y gas de la firma. Sin embargo, lo cierto es que es la última empresa en abandonar el Golfo de Guinea, después de que la italiana Eni anunciara el pasado mes de septiembre la venta de su subsidiaria nigeriana, operadora de cuatro parcelas de extracción de petróleo, a Oando, una firma energética que produce 43.000 barriles de crudo diarios en toda África.
Sin embargo, este éxodo comenzó en abril de 2022, cuando ExxonMobil acordó con Seplat, compañía energética "independiente" de origen nigeriano, la venta de sus participaciones en las explotaciones de crudo de aguas poco profundas de la costa de Nigeria por un valor de 1.280 millones de dólares. Este movimiento, que cuenta con la oposición de NNPC, permanece incompleto después de que el regulador energético nigeriano vetara la autorización del expresidente Muhammadu Buhari. Aun así, Seplat ha confirmado su interés en adquirir dichas acciones, las cuales le permitirían aumentar su producción de petróleo en más de 130.000 barriles diarios.
Más adelante, en noviembre de 2022, Addax Petroleum, filial de la empresa china Sinopec, acordó con NNPC, compañía energética propiedad de Nigeria, el traspaso de las licencias para la explotación de cuatro parcelas de extracción de petróleo. Dicha operación, cerrada en 2023, permitirá a NNPC producir en torno a 10.000 barriles de petróleo diarios. Por otro lado, el pasado mes de julio, Shell mantuvo conversaciones con ND Western, firma energética nigeriana, para vender el 30% de sus participaciones en la explotación conjunta con Eni, TotalEnergies y NNPC, localizada en la superficie nigeriana y en aguas de poca profundidad.
Sin embargo, la operación -que incluye 263 pozos de petróleo, 56 pozos de gas y 3.713 km de oleoductos y está valorada en 3.000 millones de dólares- está en pausa debido a un proceso judicial que investiga los vertidos de crudo por parte de Shell en la región del Delta del Níger. En este sentido, un informe publicado en 2015 por International Journal of Environmental Sciences indicó que, desde 1955, se identificaron 150 vertidos anuales. Además, entre 2020 y 2021, la Agencia Nigeriana para la Detección y Respuesta de Vertidos de Petróleo (NOSDRA, en inglés) registró 822 vertidos de crudo, es decir, 28.003 barriles derramados.
Solo en el estado de Bayelsa, localizado en el Delta del Níger, el coste para limpiar las aguas ascendería a los 12.000 millones de dólares, según una investigación de la comisión medioambiental de la región. John Sentamu, jefe de dicha comisión y miembro de la cámara de los Lores británica, señaló en declaraciones a France 24 que lo que pedían a Shell era "comprometerse a pagar su parte de la factura".
Evidentemente, para Shell, así como para el resto de las petroleras, es más barato abandonar Nigeria que incrementar sus costes para reducir el impacto medioambiental, especialmente en un momento en el que el país africano está ganando relevancia internacional y sus mecanismos de presión pueden aumentar en comparación con años anteriores. Además, como la IEA ha señalado que la demanda por el oro negro aumentará en las próximas décadas, las petroleras internacionales parecen tener razones para marcharse a otros mercados distintos del nigeriano, pues no va a faltar el negocio.
Por otra parte, a esta ecuación hay que añadirle la inseguridad, concretamente los robos de petróleo, tanto en la superficie como en las aguas nigerianas En este sentido, un informe del Gobierno de Nigeria señaló que, entre 2017 y 2021, se produjeron 7.143 roturas de oleoductos, así como el robo de 208.639 barriles de petróleo, un volumen de oro negro valorado en 12.740 millones de dólares. Más recientemente, un comité del senado nigeriano señaló que, entre enero y agosto de 2022, se sustrajo un volumen de petróleo valorado en 2.000 millones de dólares. Y lo que es más preocupante, dicho comité indicó que solo el 66% de la producción estaba garantizada, puesto que el 33% restante estaba afectado por los robos.
La ONU va más allá y señala que Nigeria pierde 10 millones de dólares diarios por robos de petróleo mediante el método del sifón realizado por los piratas, es decir, 3.500 millones anuales. Según las Naciones Unidas, el petróleo robado es enviado, posteriormente, a embarcaciones que actúan como petroleros (con la apariencia de barcos de pesca) para venderlo en el mercado internacional. Entre los destinos del oro negro robado se encuentran Camerún, Togo, Benín, así como Estados Unidos, Brasil, China, Singapur, Tailandia, Indonesia y los Balcanes. Otra ruta del petróleo robado finaliza en las refinerías ilegales en el interior de Nigeria.
Sin duda, el beneficio que obtienen estas mafias es considerable, ya que el coste de una operación de estas características, realizada en siete días, oscila entre los 7.000 y los 10.000 dólares. Por otro lado, las Naciones Unidas indican que el número de secuestros al año ha pasado de 37 en 2015 a 142 en 2020. Todo ello a pesar de los esfuerzos del estado nigeriano por combatir dichas mafias, el cual, a su vez, tiene como deberes erradicar una corrupción que acaba retroalimentando dichas organizaciones criminales.
Así las cosas, el coste medioambiental y la inseguridad llevan a las petroleras internacionales a abandonar Nigeria, en un contexto de aumento de demanda del oro negro. Ello, sin embargo, deja hueco para los actores nacionales, como Aliko Dangote, la persona más rica de África, cuya firma Grupo Dangote, tiene lista en suelo nigeriano la mayor refinería del continente. De hecho, la instalación recibirá su primer encargo este mismo viernes: el procesado de un millón de barriles de petróleo para STASCO (Shell International Trading and Shipping Co, en inglés).