
Ocho meses después de salvar la debacle que arrastró a su socio Dico, la constructora no ha podido refinanciar la deuda. Hasta el último momento, los responsables de la constructora Obrum han estado haciendo equilibrios para intentar esquivar el concurso de acreedores. Pero sus esfuerzos han sido estériles, ante la negativa de los bancos a volver a refinanciarles la deuda, y ha terminado reconociendo su caída en los juzgados mercantiles de Madrid.
Hacía más de un mes que la situación del grupo era insostenible, como demostraba su imposibilidad de hacer frente al pago de sus proveedores desde noviembre y la paralización de varias obras. Una situación que movilizó a algunos acreedores a iniciar una huelga de hambre frente a la sede de Obrum en la madrileña calle Arturo Soria, mientras que otros, asesorados por Iure Abogados, se decidieron a solicitar el concurso.
Ahora, al haber seguido ésta el mismo camino, aunque de forma voluntaria, lo previsible es que la justicia dé prioridad a la primera solicitud, lo que beneficia a los acreedores, pero perjudica a los actuales gestores de la constructora.
Hace ocho meses, Obrum consiguió esquivar la caída adquiriendo a Dico el 34,23 por ciento que tenía en la sociedad conjunta DHO (DicoHarinsa Obrum). Entonces, valoró esta participación en 120 millones de euros, lo que confiere a todo el grupo un valor de 350 millones. Con esta cifra, el concurso de Obrum se ha convertido en el sexto mayor de España.
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