BBVA
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Un experto en fusiones bancarias complicadas y en salir reforzado de los envites políticos
Su biografía oficial, la que cuelga en la página web de BBVA, dice que inició su carrera profesional como programador informático, lo que ya indica que apuntaba maneras en eso de confiar en las nuevas tecnologías, esas que tanto proclama para impulsar el progreso de la economía y de la banca.
Pero este gallego, natural de Chantada, empezó a ser conocido años más tarde con FG Inversores Bursátiles, la firma de bolsa que fundó, convirtió en la primera independiente de España y vendió a Merrill Lynch. De su criatura sacó el apodo 'FG', con el que se le conoce y una ganancia de 3.000 millones de pesetas de las de antes. Pero la cuestionada venta le ha provocado más de un quebradero de cabeza en el pasado reciente.
Francisco González, presidente de BBVA, no lo ha tenido nada fácil en los últimos tiempos. La fusión del gigante que dirige abrió una guerra sin cuartel entre el bando de los 'azules' -'bebeuves'- y los 'rojos' -'argentarias'-. Y no fue por falta de experiencia.
El banquero era un profesional curtido en consolidar grupos. Impulsó la mayor reorganización de la banca pública, con la fusión en Argentaria de Banco Hipotecario, Caja Postal, Banco Exterior y Banco de Crédito Local. Todo un lavado de cara para privatizar y modernizar unas entidades arcaicas que armaron un atractivo grupo, debutante de éxito en la bolsa.
Se dice de González, un gallego que no ejerce como tal porque siempre es contundente y directo en declaraciones y críticas, que lo primero que hizo al llegar a Argentaria fue comprar acciones como señal de su vinculación con el proyecto. Pero en el maridaje con BBV, las cosas fueron más complicadas.
Argentaria
Y salió a relucir que su acceso a la presidencia de Argentaria, se produjo en 1996 de la mano del Gobierno entrante del PP. Aunque es un hombre hecho a sí mismo y trabajador incansable, González ha tenido que encajar en no pocas ocasiones las críticas políticas de haber sido utilizado por los 'populares' para desalojar a la vieja guardia vasca del antiguo BBV.
Uno de los tragos más amargos de su vida profesional lo encajó desde la torre negra de Azca, sede de BBVA, cuando salieron a relucir las cuentas secretas de BBV en paraísos fiscales. El episodio aceleró la salida de Emilio Ybarra y una profunda reorganización del consejo de administración del grupo. Y González se quedó en 2002 con el mando único de un banco que siempre tuvo un vasco al frente.
El estigma político, injusto porque siempre ha sido un empresario, vuelve a perseguirle cuando el actual Ejecutivo socialista accede al poder, y trata de remover a 'los presidentes del PP'. En un corto espacio de tiempo, sufre el envite de una investigación abierta para determinar supuestas irregularidades en la venta de FG Inversores Bursátiles, una década después de cerrar la operación.
La última sacudida. La más violenta llegó próxima a las Navidades de 2005. Sacyr trató, sin éxito, un asalto en BBVA, que se explicó en el deseo del Gobierno de remover a González de su sillón.
Pero el presidente de BBVA salió indemne y reforzado. El sábado supo digerir otro mal trago: el de explicar y convencer a los dueños del banco que la planeada compra de BNL no era buena para ellos por el precio. Y vuelve a ganar puntos.