El capital riesgo (mucho mejor definido por la expresión inglesa private equity, es decir, acciones de empresas no cotizadas) ha sido la mejor inversión de los últimos años con mucha diferencia sobre la bolsa e incluso sobre la vivienda. Pero ahora la crisis le está afectando mucho más que a otras inversiones, con el añadido para los inversores de su iliquidez.
El paradigma de la caída del mito es Blackstone, que ayer anunció pérdidas de 340,3 millones en el trimestre y una fuerte rebaja de la valoración de las inversiones que tiene en cartera. Y no sólo eso, sino que los ingresos fueron negativos de -160,3 millones de dólares por la citada rebaja del valor de su cartera de capital riesgo, activos inmobiliarios e inversiones alternativas. Algo que demuestra que, pese a que la industria lo niega, estos fondos son tan vulnerables como las empresas a una profunda crisis económica como la actual. El valor, que salió a bolsa el año pasado, cayó ayer el 11% y ha perdido dos tercios de su capitalización este año.
Precisamente, esa salida a bolsa es la piedra angular de la historia. La opv de Blackstone fue la clásica señal de un techo para el capital riesgo (y las bolsas): el dinero inteligente, los socios, vendían, y el dinero tonto, el público, compraba, resume un experto en el sector.
Estos conglomerados se benefician de grandes ventajas fiscales porque las empresas de su cartera son consideradas inversiones, pero eso no es lo que Blackstone contaba a los inversores en la opv. Por el contrario, afirmaba que sus "rentabilidades superiores" logradas durante muchos años se habían conseguido en todo tipo de entornos económicos y bursátiles. Es decir, esta industria aseguraba tener algún tipo de fórmula secreta para hacer que las empresas valieran más. El personaje de Richard Gere en Pretty Woman aportó el glamour que necesitaba esa idea.
Pero ahora resulta que no era cierta. "Después de verse obligado a amortizar el valor de esas empresas hasta el punto de generar ingresos negativos, esa receta era más un mito que otra cosa", concluía ayer un comentario en MarketWatch. El capital riesgo se ha basado en cambiar deuda (con su coste) por capital (con su rentabilidad) para apalancarse y mejorar la rentabilidad del capital (ROE) manteniendo un bajo coste del capital. Pero si sube el coste de capital, como en la actual crisis financiera, y baja el ROE, el modelo se derrumba y estos fondos se convierten en las últimas víctimas del desapalancamiento global que están acometiendo bancos, aseguradoras, hedge funds e inversores particulares.
Ahora bien, hay un rayo de esperanza: el asesoramiento. Esta división lo hizo mucho mejor en el tercer trimestre que el resto, con un aumento de los ingresos del 91% hasta 160,7 millones. Blackstone ganó más mandatos de clientes que buscaban asesoramiento en fusiones y adquisiciones, así como en casos de quiebra, impago y reestructuración de la deuda (las famosas refinanciaciones).
Asimismo, la empresa asegura que tiene una buena posición de capital y de liquidez, con 1.300 millones en cash y otros 1.290 millones invertidos en los fondos líquidos de la firma, frente a una deuda a corto plazo de 845 millones. Es decir, que no va a quebrar mañana.