Omar Lugo
Río de Janeiro, 12 oct (EFECOM).- Sacudido por las alzas del petróleo y las presiones medioambientales, el mundo exprime hoy vegetales como la soja, la caña, el girasol y el ricino para producir "biocombustibles", pero a pesar de la fiebre mundial, esta "energía verde" también tiene su techo de vidrio.
Según especialistas consultados por EFE, las grandes preguntas en este negocio son cuántas unidades de energía proveniente de combustibles fósiles son necesarias para producir cada unidad de "biocombustible" y cuál es el verdadero impacto ambiental.
Brasil, pionero mundial en el uso de combustibles vegetales a gran escala, trabaja en dos frentes. El más conocido desde hace décadas es el uso de "etanol", alcohol de caña como aditivo de la gasolina común, en una proporción del 25 por ciento.
El etano también es usado en un 100 por ciento como combustible único y este año el 70 por ciento de todos los automóviles nuevos fabricados en Brasil pueden funcionar con ambos sistemas.
Brasil consume cada día unos 700.000 barriles de diesel y también promueve el "biodiesel" extraído de semillas oleaginosas.
A partir de 2008 será mezclado en un 2 por ciento con el mineral para mover motores fijos o estacionarios y desde 2013 la mezcla será del 5 por ciento, lo que tendrá un fuerte impacto económico y social.
La llamada "agricultura energética" despierta grandes pasiones e inversiones en muchos países por razones económicas y por su barniz ambientalista, estimuladas además por las metas del Protocolo de Kioto de disminución de emisiones causantes del efecto invernadero y la lluvia ácida, como el dióxido de carbono (CO2) y el azufre.
Pero resulta que la cantidad de carbono "secuestrado" por esos cultivos regresa con creces al medio ambiente durante la cosecha y a lo largo del proceso de producción de los combustibles vegetales.
Con unos 17.000 millones de litros por año, Brasil es hoy el principal productor mundial de etanol de caña y se propone exportarlo masivamente como "combustible ecológico".
Mientras tanto el país invierte en la expansión del cultivo de caña y en la construcción de nuevos ingenios y destilerías.
El balance energético de la caña sí que es muy positivo, pues por cada unidad de hidrocarburos usada para producirla se generan entre ocho y nueve unidades de energía, en forma de etanol o de electricidad térmica por la quema del bagazo en las destilerías.
Pero en contrapartida su cultivo es ambientalmente agresivo y en cada cosecha los incendios de millones de hectáreas contaminan el aire, causan problemas de salud y lanzan millones de toneladas de C02 a la atmósfera, señaló el abogado Bruno Paiva Ribeiro, un defensor de los trabajadores explotados en los cañaverales.
"La imagen de combustible limpio del etanol es sólo del tubo de escape del auto para afuera", afirmó.
Solamente para trasladar los 460 millones de toneladas de caña de cada cosecha anual se usan 1.000 millones de barriles de combustible diesel, calcula el profesor Jayme Buarque de Hollanda, del Instituto Nacional de Eficiencia Energética (INEE).
Ese combustible equivale a cerca del 10 por ciento de la energía contenida en el etanol salido de esa misma caña, explicó.
Respecto a la soja, promovida como principal fuente de biodiesel, "lo que más me preocupa es que no he visto bien presentado el balance energético. No es poca cosa la cantidad de energía que se necesita para producirla", observó De Hollanda.
El problema del biodiesel es más complicado porque además se está promoviendo su producción a partir de casi cualquier oleaginosa.
"Uno se queda muy contrariado porque hay mucha propaganda de biodiesel y poca gente objetiva en el medio", señaló el investigador Robert Boddey, del Centro de Agrobiología de Embrapa, la empresa estatal brasileña de pesquisa agrícola y pecuaria.
En Brasil, el gasóleo de ricino, en boga en los estados pobres del noreste gracias a un programa de incentivos públicos e inversiones privadas, tiene un bajo balance energético similar al de Estados Unidos con el etanol de maíz o al de Alemania con la colza, señaló.
El biodiesel tiene también un margen económico precario y su futuro sería impredecible con un petróleo muy por debajo de los precios actuales.
"Naturalmente, si el crudo desciende para 30 dólares sería poco viable", advirtió Boodey.
"Si el biodiesel se está haciendo como un subsidio social para los pobres del noreste, es bueno. Pero si hablamos de secuestro de Co2 y balance energético hay que pensar mucho", señaló Boddey.
Alemania, con enormes subsidios, saca 1,4 unidades de biodiesel de colza por cada unidad de hidrocarburo invertido.EFECOM
ol/jla
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