Cuando el Banco Popular hizo un ajuste sobre las cuentas de 2016 para corregir al alza la necesidad de provisiones y las pérdidas registradas, que marcaron un triste récord en la historia de la entidad de 3.485 millones, también estaba alimentado la desconfianza del mercado y dificultando su solución final. Banco Santander compra el 100% de Popular por un euro para evitar su colapso.
Con casi 36.000 millones de activos tóxicos, alrededor de una cuarta parte de su balance, las dudas sobre las necesidades extra de provisiones provocaron las reticencias de un sector al que se ofrecía el banco para una fusión. No tener certeza sobre el 'agujero' real de la entidad y el riesgo de que se pudiera enfrentar a demandas de sus accionistas fueron factores determinantes para que las cinco mayores entidades españolas, a las que se facilitó datos sensibles del Popular, fueran muy cautos.
Pasado el 16 de mayo, la fecha en la que debían manifestar su interés por el banco que preside Emilio Saracho, tan sólo Bankia y Santander realizaron una propuesta no vinculante. El resultado de esta primera ronda fue decepcionante para el nuevo equipo gestor del Popular.
Bankia, centrada ahora en la próxima absorción de BMN, se retiró de un proceso que no era bien visto por Bruselas y Santander, en esa primera aproximación ofreció un precio muy por debajo de la cotización de entonces del Popular, que rondaba los 0,7 euros, y que al incluir la conversión de algunos instrumentos de deuda daba un precio negativo. Saracho aún se resistía a aceptar una oferta tan exigua y confiaba en que el plan b de la entidad, una ampliación de capital, se pudiera llevar a cabo con éxito.
Sin embargo, el recordatorio de los organismos de supervisión y de intervención europeos de que en caso de no cerrarse una operación se podría llegar a intervenir la entidad acabó por ser la puntilla del Popular.
Desplome de acciones
Las acciones se desplomaron un 52% en las últimas cinco sesiones y en tres de ellas el batacazo fue superior a un 17%. El banco ya estaba condenado. Lo de menos es el desastre bursátil. Estar en el ojo del hucarán deteriora enormemente un banco, ya que lo expone sin remedio a una retirada de depósitos y otros productos en manos de sus clientes.
Ya sólo quedaba resignarse a ser intervenido por Europa, con el consiguiente riesgo de contagio para el resto del sistema financiero español, o buscar un comprador exprés para evitar ese resultado.
JP Morgan, el banco de inversión del que procede Saracho y encargado de sondear el interés del resto del sector lanza un mensaje desesperado a la cinco mayores entidades españolas a partir del pasado viernes. Pide a Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell y Bankia que realicen una oferta aunque sea a precio de derribo. A estas alturas lo único que importa es evitar a toda costa que la entidad sea intervenida.
Esa oferta llega del Santander, el único banco en el que el Gobierno confiaba para salvar a España del bochorno de un nuevo rescate. El resultado ya es conocido. El precio se fija en un euro, aunque la necesidad de limpiar balance y fortalecer capital llevará al Santander a ampliar capital por 7.000 millones.