
Tiene chófer, gana 850.000 euros al año, extras de 30.000 euros para ropa y una suite permanente en el Ritz de París. Aun con todo esto, Anna Wintour no vale su peso en oro.
Son sus palabras y gestos de aprobación o disgusto sus más rentables posesiones. Es la reina Midas de la moda, la que dicta las tendencias y por la que diseñadores y modelos son capaces de besar el suelo que pisa. Todos la quieren, todos la odian. Es la editora del Vogue americano, que está, paradojas de la vida, más de moda que nunca. Por mucho que le pese.
Cientos de leyendas y rumores pululan sobre el "insecto glamuroso", como llaman a Wintour en los medios estadounidenses. El picotazo de ésta británica de 56 años -al frente de Vogue desde hace 18 años-, puede ser mortal. A través de su revista, el mayor referente de moda del mundo, ha lanzado a la fama a decenas de diseñadores, pero también ha acabado con la carrera de muchos otros.
Para empezar, con su propia jefa. Cuentan que en 1982, con 33 años, Wintour consiguió una cita con Grace Mirabella, la entonces directora de la cabecera estrella de Condé Nast. "¿Y si viniese a trabajar en Vogue, qué puesto le gustaría?", preguntó Mirabella. "El suyo", respondió la interpelada. Seis años después, Mirabella fue despedida. El puesto fue para Wintour.
Adaptación de la novela
Su lengua viperina, su altivez y estilo rígido, su poder y fama de maltratadora, pero así mismo de excelente trabajadora, y su afán por complacer siempre a su padre, también periodista, han sido, no podía ser de otra forma, carne de cañón para la industria cinematográfica.
Hoy se estrena en los cines españoles El diablo viste de Prada, una adaptación de la novela que bajo ese mismo nombre escribió en 2003 Lauren Weisberger, la misma que trabajó de asistente personal de Wintour durante seis meses. No terminó su beca de un año.
Su jefa, explica en su libro, era el diablo vestido con las mejores galas, pero diablo a fin de cuentas. Publicado en 2003, este best seller ha llegado a la gran pantalla con la actuación de Meryl Streep en el papel de Miranda Priestly, el alter ego de Wintour en versión celuloide.
Éxito en taquilla
Esta producción, con un presupuesto de 35 millones de dólares (de los que 100.000 se destinaron exclusivamente al vestuario más fashion), ha sido todo un éxito en Estados Unidos, donde estuvo cinco semanas en el ranking de las diez películas más taquilleras. Ha recaudado, sólo en ese país, más de 123 millones de dólares.
Y la caja de hacer dinero sigue en marcha. Anna Wintour, aunque de carne y hueso, es todo un personaje que parece haberse diseñado a sí misma a la medida, como los trajes que selecciona.
Quizás por eso, para que su mito prevaleciese vivo y para demostrar que tiene sentido del humor, se vistió de Prada de los pies a la cabeza y acudió al estreno. Más de uno se quedó boquiabierto. La embajadora con más poder de la moda se lo pasó en grande, rió en varias ocasiones y, como reconoció a través de su portavoz: "La película ha sido divertida". Sin comentarios.
Wintour, la increíble
Es muy probable que Nuclear Wintour, otro de sus sonoros apodos, empiece a estar acostumbrada a ser parodiada en el cine.
Edna Moda, la super mamá de Los Increíbles, es un personaje inspirado en Wintour, de ahí su melena con flequillo y sus gafas oscuras, dos cosas genuinas que caracterizan a la editora de Vogue, que sólo ha cambiado una vez de peinado (cuando se divorció en 1999 se puso mechas, pero el corte ni tocarlo), y es fan indiscutible de las gafas de sol.
Las lleva en todos los desfiles para protegerse de las luces y flashes. "He coincidido con ella en muchos desfiles, pero no la he tratado. En esas ocasiones o en alguna cena en lugares muy sofisticados, ella siempre se esconde detrás de sus enormes gafas negras. Hay quien dice que es la forma de que nadie adivine sus pensamientos y menos sus sentimientos. Recuerdo que coincidí con ella en el ascensor de un hotel y como buena inglesa hizo un comentario sobre el tiempo. Y sonrió, que no es poco en ella", aclara Covadonga O'Shea, presidenta de la escuela de negocios Isem y que fue durante años directora de Telva.
O'Shea, que ya ha visto la película, dice: "Lo que nos cuentan, tanto en el libro como en la película, es bastante real".
Cuidarse por dentro y por fuera es el objetivo de Wintour, mujer disciplinada donde la haya, que cada día se levanta a las 5:45 de la mañana para jugar al tenis y no tener una caloría de más.
"No asumiría estar gorda ni aunque fuera la mejor periodista del mundo", ha dicho en varias ocasiones. Tal es su obsesión con el peso, que ya le ha hecho una advertencia a la famosa presentadora norteamericana Oprah Winfrey: "Si quieres salir en mi portada pierde diez kilos".
Y más avisos, esta vez a Hillary Clinton: "En mi revista sólo sales si cambias ese estilo tuyo tan clásico". Lo que está claro es que todas las personas que empiezan a trabajar para Wintour se ponen a dieta.