Al principio del mes la UE debatira sobre una propuesta de tarifas
para "ésteres de jojoba", la cual (si se aprueba) podría subsidiar el
comercio de aceite de ballenas poniendo en riesgo la futura de las
mismas.
Francia ha propuesto reclasificar los ésteres de jojoba (usado en
cosméticos) aumentando un impuesto del 7.7% en la importación; el
espermaceti (aceite de ballena) no percibe ningún impuesto de
importación. Los cachalotes son los mayores proveedores de
espermaceti, pero puede ser extraído de la grasa de otras ballenas.
WDCS (Sociedad de Conservación de Delfines y Ballenas) teme que
las tarifas podrían inducir una demanda de aceite de ballena, la misma
que llevó a la declinación de las ballenas el último siglo. WDCS hace
un llamado a los ministros de la UE a oponerse a esta propuesta.
El comercio de productos balleneros esta prohibido por CITES
(Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas). A
pesar de esto Noruega, Islandia y Japón continúan cazando ballenas
presionando para reasumir el comercio en la próxima reunión de CITES
en 2007.
Con la demanda decreciente de carne de ballena, la industria
ballenera busca mercados para productos alternativos. El mercado
europeo de productos de jojoba es de aproximadamente EUR 500 millones.
Para mejorar los márgenes de ganancia, la industria cosmetologica
puede considerar la posibilidad de usar el espermaceti.
Sue Fisher de WDCS dice, "Había una gran demanda de aceite de
ballena a comienzos del siglo XIX, llevando las ballenas al borde de
la extinción. Los estados de la UE son unos de los más comprometidos a
la prohibición de la caza ballenera. No pueden permitir que la UE
adopte medidas en perjuicio de las ballenas, en este caso para
producir una crema de cara más barata."
Japón mata cerca de 10 Cachalotes por año, así como otras especies
a través de la cacería "científica". Pero es Noruega que puede tener
beneficio inmediato del voto. Noruega no tiene un mercado doméstico
para las toneladas de grasa de ballena que mantiene en reserva. El
precio ha caído tanto en los últimos años que ningún kilogramo de
grasa fue comprado en 2004 y 2005, según Rafisklaget, organización
encargada de la venta de productos de ballena.
En 2006, sin embargo buques balleneros vendían la grasa a pesar
que el precio se mantenía en solo 0,1 coronas/kilo.