La vasquidad de la energética Iberdrola es algo que toca muy de lleno al corazoncito de los vascos y de sus instituciones. Cada vez que Iberdrola tiene novia, saltan las alarmas por la posibilidad de perder la sede social. Ayer mismo el PNV y el PP vasco salieron a la palestra para reclamar que, en una hipotética fusión Iberdrola-Fenosa, se mantenga la sede social en Bilbao. El diputado del PNV, Pedro Aspiazu, aseguró que defenderán "que Iberdrola siga siendo una empresa con domicilio y presencia fuerte en Euskadi. Así es, así ha sido, y así debe ser". Desde el Partido Popular de Vizcaya, Antonio Basagoiti, recordó la importancia que tiene para los vascos la sede social y tributaria de Iberdrola.
Aunque ésta sea Bilbao, su tributación se reparte en base a los ajustes previstos en el Concierto Económico. Así Iberdrola tributa ante la Hacienda vasca por el volumen de operaciones realizado en esta comunidad y el resto lo ingresa la Agencia Tributaria del Estado.
Los anteriores noviazgos de Iberdrola, con Endesa y con Gas Natural, causaron estupor en el País Vasco por el cambio de sede. Cuando Iñigo de Oriol comprometió a su hija Iberdrola con el benjamín que era el Grupo Endesa de Martín Villa, provocó una gran oposición en el País Vasco, ya que implicaba ser absorbidos y trasladar la sede a Madrid. El veto del Gobierno a la operación fue recibido con aplausos en el País Vasco.
El flirteo con Endesa le salió caro a Iberdrola que vio cómo después el Gobierno vasco adjudicaba la privatización de Gas Euskadi (ahora Naturgas Energía) a Hidrocantábrico (ahora HC Energía) al ser uno de los puntos clave de la adjudicación que se asegurase el mantenimiento de la sede social y centro de decisión en el País Vasco.
El capítulo de la opa hostil de Gas Natural sobre Iberdrola se encontró tanto con la férrea oposición de BBK, como de un nutrido grupo de accionistas locales que se concentraron alrededor del abogado vizcaíno Frenando Lamikiz.