El XXI es el siglo de las ciudades y, sobre todo, de las megalópolis. Con 3.300 millones de personas -más de la mitad de la población global- y, por vez primera, las ciudades han superado al campo, según la oficina estadística de las Naciones Unidas. Y es que las megalópolis con más de 10 millones de habitantes se multiplican vertiginosamente, sobre todo, en el sur del mundo.
Una transformación anunciada y sin precedentes. Basta pensar que, hasta 1950, las ciudades acogían apenas al 29% de la población mundial. Y, como explica Fernand Braudel, si en los últimos 3.000 años las ciudades fueron los transformadores energéticos de todas las civilizaciones, esta acumulación cada vez mayor de habitantes en las ciudades va a tener con- secuencias para la economía y la cultura de la sociedad actual.
Los demógrafos prevén que, de aquí al año 2030, seis de cada diez habitantes del Planeta vivirán en áreas urbanas y que el peso de las megalópolis será cada vez mayor. De hecho, la explosión de estas superaglomeraciones obligó incluso a los especialistas de Naciones Unidas a revisar al alza, de los 7 millones a los 10 millones de habitantes, el umbral necesario para calificar a una ciudad de megalópolis.
Una revisión obligada pero, en cualquier caso temporal, dado que Tokio ha superado ya los 33 millones y Nueva York se acerca a los 22 millones, una cifra superada también por México o Seúl. Todo esto pone de manifiesto algunos de los retos más importantes del siglo XXI. Desde la justicia social a la salida de la pobreza de miles de millones de personas, pasando por la sostenibilidad medioambiental y el papel de las megaurbes en la competitiva economía global.
Carrera hacia las megalópolis
Hoy, la carrera hacia las megalópolis es más evidente en el sur del mundo -que cuenta ya con 36 de las 50 mayores ciudades del Planeta- y, especialmente, en las zonas donde existe un mayor crecimiento económico. El continente asiático es ya el primero también en metrópolis en rápida expansión, con más de 160 ciudades de hasta 5 millones de habitantes, que se convertirán en 240 de aquí al 2015.
Y sin olvidar a África que, como ha subrayado recientemente Thoraya Ahmed Obaid -directora ejecutiva de la UNFPA, el fondo para la población de la ONU-, verá duplicarse su población en los próximos 40 años, alcanzando los más de 3.000 millones de habitantes en 2050, a no ser que se introduzca algún control demográfico.
"La casi totalidad del crecimiento demográfico de los próximos años la veremos precisamente en las ciudades -explica Obaid-, que tendrán que hacer frente a dramáticos problemas, como la pobreza, la falta de agua potable y de servicios higiénicos, amén de la expansión sin reglas de suburbios repletos de chabolismo".
Reto y oportunidad
Las autoridades públicas se esfuerzan por responder a estos retos en todo el mundo. Desde el gueto de Kibera (Nairobi), uno de los mayores de África, en el que se estima que viven más de un millón de personas, a los suburbios de Mumbai (India). Sin embargo, a pesar de presentar aspectos problemáticos, esta enorme oleada de urbanización es también, para muchos, una gran oportunidad.
"La ciudad es la solución, tanto para los problemas sanitarios como para el calentamiento climático", defiende Jaime Lerner, arquitecto y carismático ex alcalde de Curitiba (Brasil), una ciudad que se convirtió en un ejemplo de urbe sostenible, gracias a un modélico plan de desarrollo y de movilidad, que el citado regidor desarrolló personalmente.
Entre las motivaciones de los que, en los países en vías de desarrollo, se trasladan hacia los grandes centros urbanos -aceptando incluso vivir en los suburbios chabolistas- figura la esperanza de movilidad social, la búsqueda de salarios más elevados, pero también la posibilidad de acceder a servicios sanitarios.
Sólo viven en ellas un 9%
¿Y Europa, que con Moscú, Londres y París, presenta apenas tres megalópolis, estaría destinada a ser el farolillo rojo de este proceso? En absoluto. El Viejo Continente cuenta ya con el 74% de sus habitantes en urbes, mientras Asia y África se encuentran todavía en el 41%. Pero el dato más interesante es que los que viven en megalópolis representan apenas el 9% de la población mundial, mientras el 51% de los ciudadanos del mundo vive en urbes de menos de 500.000 habitantes.
Precisamente, éste es el tamaño de ciudad más habitual en Europa y, según la OCSE, parece garantizar no sólo una mejor calidad de vida, sino que, además, representa un fortísimo potencial competitivo, si se canaliza adecuadamente. No en vano la ciudad de Munich (Baviera) ocupó el primer puesto de la clasificación de las ciudades creativas, realizada por el mensual Monocle. Hoy, en cambio, las ciudades medianas y pequeñas están recibiendo un impulso formidable del transporte aéreo low cost.
Un proceso que, en Europa, está trasladando el equilibrio de las megalópolis a lo que Richard Florida bautizó como megaregiones, es decir, a un continuo urbano que supera las fronteras locales y nacionales, formando corredores como los que unen Turín, Milán y ciudades suizas, Malmoe y Copenhague o Barcelona y el sur de Francia.