Nació en Asturias, estudió Económicas en la Universidad de Bilbao y después de una corta experiencia en banca se unió a la empresa inmobiliaria familiar. Ahora Julio Noval es el propietario de los Faros de Panamá, uno de los rascacielos más grandes del mundo y el más emblemático del país centroamericano. Su objetivo es transformarlo en una marca y construirlo por todo el mundo.
Usted es uno de los pocos empresarios inmobiliarios que evitó el boom español y se lanzó al exterior cuando este país era el paraíso de la inversión. ¿Cómo pudo resistirse?
No quiero decir que seamos visionarios. Pero estaba claro que los precios en España estaban desorbitados, sobre todo para nuestro modelo de construcción: proyectos turísticos de gran envergadura en sitios de primera categoría. En España no era rentable, por eso exploramos otros mercados interesantes para el público europeo. Ahora incluso los españoles, que no compran aquí, lo están haciendo en Panamá y en México, donde tenemos promociones.
También hizo alguna incursión por China, pero creo que no recomienda la experiencia.
Pues no, porque no aprendí ni a decir gracias en chino. Estar en un sitio donde ni tú ni nadie de tu empresa puede negociar sin intérprete no me daba confianza. A veces tenía la sensación que me decían más lo que yo quería oír que la realidad.
Viaja sin parar por todo el mundo e incluso por España. ¿Dónde se siente en casa?
Uff, eso no es fácil. El año pasado estuve 300 días de viaje. Cuando estoy en España me paso el tiempo entre Asturias, Madrid y Marbella, pero donde realmente me siento como en casa es en mi tierra natal: Asturias. Como dice un amigo, tu casa es donde tienes tu ropa interior. Y yo añado: y mi cama, mis fotos, mis cosas personales... En 24 horas en casa descansas más que en la mejor playa del mundo. Y por supuesto, donde está la comida casera, que eso sí que lo echo mucho de menos.
Cuénteme una afición de la que no se pueda despegar, porque tendrá algún rato de relax ¿no?
Me gusta mucho pasear. Y lo hago siempre que puedo, es un deporte estupendo porque puedes aprovechar para hacer llamadas. La verdad es que en este momento de mi vida profesional no me puedo permitir desconectar: incluso estoy leyendo un libro sobre la conquista de América. Eso sí, siempre que puedo me dedico a mi gran afición: la pesca. El año pasado fui a Islandia y descubrí un sitio extraordinario. Me encantó, claro que también aproveché para vender mis productos allí.
Y en caso de que llegara una situación extrema y de verdad necesitara un descanso, ¿dónde le gustaría perderse?
En estos momentos estoy totalmente enamorado de la Patagonia. Es un sitio excepcional, extraordinariamente bello. Es la paz.
¿Se le ha quedado algún sueño en el tintero?
Personalmente, tengo pendiente matricularme en una escuela de idiomas para dominar el inglés y aprender ruso. Es una asignatura pendiente que seguro que la voy a hacer, aunque no sé cuándo. Y profesionalmente, el sueño que quiero cumplir es ver que mis edificios singulares se conviertan en una marca y se construyan por todo el mundo.