Tras cinco años desde la catástrofe, Tepco apenas ha logrado desmantelar un 10% de la central y trata de frenar la filtración de agua contaminada al océano con la construcción de un muro de hielo
El accidente de la central nuclear de Fukushima, que tuvo lugar el 11 de marzo de 2011 en Japón, cumple ahora cinco años. La catástrofe, una de las más graves de la historia junto con la de Chernobyl en 1986, se ha saldado con un coste que, hasta el momento, asciende a más 80.000 millones de euros.
El accidente fue causado por un terremoto de 9 grados de intensidad que se produjo mar adentro y provocó, apenas 50 minutos después, unas olas de cerca de diez metros que invadieron la costa de la región de Sanriku.
El terremoto estropeó el suministro eléctrico de la zona y el tsunami destrozó las infraestructuras de seguridad de la central. Ambas cosas supusieron la pérdida de electricidad en la planta, que acabó provocando la pérdida de la función de refrigeración en los tres reactores que estaban en funcionamiento. Cuando se detuvo el suministro de agua, las unidades se sobrecalentaron. El hidrógeno que se escapó a través de diferentes reacciones químicas entre los restos de combustible y el agua provocó las explosiones de los reactores y que la propietaria de la central Tepco asumiera la pérdida del control de la nuclear.
A pesar de que la compañía propietaria insistió en que no supieron que podría desencadenar en una crisis, recientemente Tepco ha confesado que minimizaron la gravedad del estado de los reactores de Fukushima, ya que, desde el principio, eran conscientes de los daños que presentaban por la fusión, pero decidieron no informarlo hasta dos meses después. Este extremo ha supuesto que tres antiguos ejecutivos de la operadora hayan sido imputados por negligencia profesional por no tomar las medidas de seguridad adecuadas. Inicialmente, el Organismo Internacional de Energía Atómica (Oiea) aseguró que era un accidente de nivel 4 de 7 de la escala internacional de accidentes nucleares. Un mes más tarde de las explosiones, la Agencia de Seguridad Nuclear e Industrial de Japón (Nisa) la elevó a 7.
El desastre trajo graves consecuencias ya que supuso que más de 160.000 personas fueran evacuadas de sus casas por la emisión de radiaciones, la muerte de unas 20.000 personas a causa del tsunami, más de 6.000 personas heridas y 2.500 personas desaparecidas. En la zona nororiental, un total de 20.000 edificios e infraestructuras aproximadamente sufrieron importantes daños.
A pesar de las insistentes declaraciones por parte del Gobierno y de la industria en asumir que las radiaciones emitidas fueron mínimas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló que el riesgo de contraer cáncer había aumentado en determinados grupos de Fukushima, por lo que pedían un seguimiento sanitario continuo a largo plazo. En el caso de los trabajadores de la central, la OMS señala que un tercio tiene mayor probabilidad de contraer cáncer que el resto de la población. El año pasado, el Ministerio de Salud japonés reconoció la primera muerte relacionada con las radiaciones tras el accidente. Se trataba de un hombre que trabajaba en la central y que murió de leucemia a los 40 años. El hombre fue expuesto a 15,7 microsieverts anuales en la planta, más del triple del límite fijado por la normativa local. A pesar de ello, un estudio reciente de la Universidad Médica de Fukushima ha desvelado que la radioactividad no ha tenido repercusiones graves en la salud pública pero si han aumentado las patologías psiquiátricas desde el accidente.
En la actualidad, según el mayor responsable y jefe de la planta de la central, Akira Ono, se ha logrado un 10 por ciento del desmantelamiento de la central. El director de la empresa ha asegurado que los resultados, hasta ahora, son positivos y que ya se ha logrado estabilizar la seguridad de la planta con destacados avances como la retirada en 2014 del combustible del reactor 4 -el menos afectado- o el proceso de eliminación del agua radiactiva.
La propietaria de la central Tepco contará con el progreso de la robótica para que puedan acceder a los reactores y eliminar los restos de combustible y además, realizarán la retirada de las barras de combustible gastado y fundido de las tres unidades afectadas. Para ello, la empresa Toshiba ha presentado una máquina de manipulación de combustible para cortar y acaparar los residuos de manera que el combustible del reactor 3 sea transportado a las zonas de almacenamiento de combustible, tras ser inspeccionado. Según Toshiba, la eliminación de los residuos está programada para que se lleve a cabo en 2017, aproximadamente.
A su vez, Tepco ha planeado la instalación de una cubierta para evitar cualquier posible liberación de partículas radiactivas durante el tiempo que duren los trabajos de desmantelamiento.
Preocupación por la fauna
Las emisiones radiactivas del accidente de Fukushima han supuesto la mutación de multitud de especies y las filtraciones que han ido al mar han perjudicado gravemente a la fauna marina. Recientemente, Greenpeace ha iniciado un estudio científico para poder determinar la radioactividad existente. La organización ha denunciado a Tepcopor verter más de 1,4 millones de toneladas de agua radiactiva de la central al mar. Greenpeace ha asegurado que la contaminación seguirá durante los próximos 300 años y que es una utopía creer que se podrá eliminar la radioactividad cuando ya se ha extendido al medio ambiente. Para ello, Tepco ha propuesto alternativas para mejorar la situación como la construcción de un muro de hielo. La aprobación y la financiación de dicho proyecto por el Gobierno japonés ha supuesto una inversión de 379 millones de euros. Por una parte, 258 millones de euros para la construcción del muro de hielo y 121 millones de euros para una unidad de tratamiento de agua mejorada para eliminar los elementos radioactivos.
La construcción del muro de hielo se realiza en un perímetro de 1,5 kilómetros y está compuesto por 1.500 tuberías en torno a los cuatro reactores en una profundidad de 30 metros. La idea se basa en inyectar una solución salina a una temperatura inferior a -30 grados para el congelamiento de la tierra y crear una barrera helada para que las aguas no entren en la estructura de la central. Las previsiones realizadas apuntan a que 2017 será el año en el que se pueda realizar la retirada de combustible aunque se ha estimado que el desmantelamiento total de la central se alargará entre 30 y 40 años.
El objetivo principal es que no aumente la cantidad de agua radioactiva en el interior de los edificios, -ya que se estimó que más de 400 toneladas de agua subterránea entraban en los sótanos de la central-, lo que puede producir una filtración al Océano Pacífico. Dicha estrategia podrá suponer la reducción de 150 toneladas de agua por día. Según los últimos datos de Tepco, la instalación para la construcción finalizó el 9 de febrero y el siguiente paso es comenzar con la eliminación del agua.
El coste económico de un desastre nuclear como el de Fukushima es difícil de estimar. Aproximadamente, se ha destinado 4.800 millones de euros para el actual desmantelamiento de la central. Los costes del proyecto han aumentado por los problemas que han surgido. Tepco estimó una cantidad inicial 8.000 millones de euros. El coste total del proceso de desmantelamiento estará en torno a 8.000 y 16.000 millones de euros, que irán para la investigación y desarrollo de la tecnología necesaria. A esta cantidad hay que añadir 72.000 millones de euros para compensar a la población que fue evacuada tras el desastre nuclear. Además de las decenas de billones de yenes incalculables que ha costado al Estado la sustitución del uso de energía nuclear por los combustibles fósiles -principalmente gas- y renovables.
Reparto del dinero
La propietaria de la central tiene previsto sacar al mercado títulos por valor de 2.655 millones de euros a través de varias ofertas a lo largo de 2016, lo que supondrá su primera emisión de deuda en los últimos seis años. La intención es reducir la dependencia del Estado, quienes en 2012, tomaron el control del 50,1 por ciento del capital.
La emisión de deuda será el primer paso para desvincularse del control público y poder reestructurar la empresa ya que en 2014 dobló el beneficio del año anterior con 1.675 millones de euros.
Tepco espera la reactivación de los reactores 6 y 7 de la planta Kashiwazaki-Kariwa para aumentar su rentabilidad. Además existen estudios como el de dos universidades japonesas que señalan que, el coste total de Fukushima ascenderá a 80.800 millones de euros, casi el doble de lo previsto, ya que en 2011, el Gobierno calculaba un coste de 42.000 millones de euros. En ello se incluyen 35.817 millones de euros en los evacuados, 18.000 millones de euros en la descontaminación de la radioactividad, 15.800 millones de euros para el desmantelamiento y 7.700 millones de euros para pagar el almacenamiento de los residuos radiactivos.