Más de medio millón de hombres pidieron recetas de Viagra en un solo mes cuando el revolucionario medicamento contra la disfunción eréctil salió al mercado en 1998. En comparación, la cifra de peticiones de su equivalente femenino, Addyi, apenas asciende a 227 en las dos primeras semanas. Se trata de todo un fracaso del que se esperaba que fuese un producto estrella de la farmacéutica Sprout, subsidiaria a su vez de Valeant Pharmaceuticals International.
"Yo creía que iba a tener un enorme éxito", afirma Stephanie Faubion, directora del área ginegolócica de la Clínica Mayo en Rochester, Minnesota. "Hemos tenido unas cuantas consultas, pero hasta ahora no hemos hecho ni una sola receta", añade.
La controversia ha rodeado al Addyi antes incluso de que saliese al mercado en EEUU, el 17 de octubre. Y es que esta píldora sólo es un 10% más efectiva que el placebo, y presenta a cambio graves efectos secundarios, como tensión baja y desmayos.
Tantas dudas despertaba su uso que la Administración Nacional de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos (FDA) rechazó dos veces consecutivas la comercialización de Addyi, antes de aprobarla finalmente el pasado 18 de agosto.
Y lo hizo con condiciones: los médicos que quieran prescribirla tienen que confirmar previamente que comprenden el riesgo asociado a esta píldora y las situaciones en las que tiene sentido recomendarla.
Este certificado, que se obtiene por internet, es una salvaguarda adicional que la FDA exige cuando quiere asegurarse de que los medicamentos particularmente peligrosos son utilizados de forma correcta.
Claro que los condicionantes médicos no son los únicos. Al fracaso comercial de esta 'Viagra femenina' también parece haber contribuido su precio: unos 26 dólares cada pastilla, un coste similar por unidad al de la Viagra, aunque en el caso de Addyi -cuyo uso debe ser diario si se quiere que sea efectivo- se eleva a 780 dólares al mes.
