
Año 1988. Una mujer de 23 años entra por la puerta de International Business Machines en España como técnico de sistemas. ¿Les suena?
La firma, fundada en 1914 en Estados Unidos, en realidad es mucho más conocida por sus siglas: IBM, el gigante azul.
A ella, en aquel día, aún no la conoce nadie y nada le hace imaginar cuántos peldaños va a subir en menos de dos décadas dentro de aquel edificio. Nada le puede hacer intuir que, con poco más de cuarenta años, su nombre se pronunciará en almuerzos y corrillos por los que se consideran enterados de los movimientos de las altas esferas, ya como futura presidenta de Telefónica, ya para convertirse en candidata por el Partido Socialista a la Alcaldía de Madrid.
Tenía 23 años. Y acababa de entrar en una multinacional que, hoy por hoy, tiene más de 319.000 empleados en 170 países. En cuestión de cinco años es nombrada directora de Recursos Humanos de IBM Global Services para la región de Europa, Oriente Medio y África. Su perfil técnico le deja corto el puesto y cuatro años después pasa a ser directora general de Ingeniería de Software Avanzado, una de las compañías participadas por IBM.
Para entonces, su ascenso meteórico la ha convertido ya en centro de atención de la firma americana. Entonces la llama Louis V. Gerstner, presidente mundial de IBM Corporation, desde Estados Unidos. La quiere a su lado.
Han pasado 18 años desde que Moraleda pisó por primera vez las baldosas de IBM. Sólo 18 años. Ahora la consideran la musa tecnológica de José Luis Rodríguez Zapatero, la profesional de prestigio llamada a cubrir una cuota femenina en la empresa o la política. Como si reclamarla ahora como fórmula de marketing innovador fuese suficiente para hacerla saltar de la cúpula a la que ha llegado.
Pues ha dicho que no. Dicen. Ha dicho que se queda en IBM. Que no se ve de alcaldesa de Madrid.
Su historia profesional se parece, en las grandes líneas, al de otra española que fue reclamada en Estados Unidos por Steve Ballmer, el primer ejecutivo de otro gigante: Microsoft y volvió para capitanear la filial en España: Rosa García. Como Moraleda. Las dos aprovechan actos públicos en los que participan para comentar que consideran sagrado el tiempo que deben dedicar a sus hijos.
Y hacen filosofía pública de ello. Amparo Moraleda no pierde oportunidad para explicar cuáles son las claves que ella considera que pueden llevar al éxito a una compañía. Innovar, sin duda, e incluir en los planes a ese 50 por ciento del mundo que son las mujeres. Con apoyo, no con paternalismo. Con conciliación de la vida familiar y laboral. Con teletrabajo, no con medias jornadas u otras fórmulas que acaban equivaliendo a la pérdida de parte o todas las funciones que tenía una mujer antes de ser madre.
Moraleda dice en público que mejorar cada día no puede depender de la imposibilidad de que no todo el mundo pueda ser un premio Nobel. Ni todo el mundo puede ser presidenta de IBM España, Portugal, Grecia, Israel y Turquía, podría añadirse. Ella lo es. Y, lejos de intentar ser un hombre en un mundo de hombres, va inyectando sin pudor su propia fórmula de conciliación de vida familiar y laboral.