Empresas y finanzas

El belicismo de Rusia torpedea su propio plan para enviar gas por Turquía

  • Los planes de Moscú y Ankara sufren por la intervención en Siria
  • Turquía es además el segundo comprador fuera de la órbita ex-URSS
¿Amigos para siempre? La intervención en Siria pone en duda los planes energéticos de Erdogan y Putin. EFE

Hace sólo un año Putin se felicitaba de sus buenas relaciones con Turquía y sugería que este país podía ser la pieza clave para suministrar hidrocarburos a Europa sin pasar por Ucrania. Pero la guerra en Siria ha cambiado el escenario, y ahora Moscú vuelve a mirar a Alemania.

Gazprom, el mayor productor mundial de gas, afirmó la semana pasada que recortará a la mitad la capacidad de un gasoducto que se va a construir entre Turquía y el resto de Europa. Este anuncio se produjo después de que el propio presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, advirtiese a Rusia de que su intervención militar en Siria podría afectar a la cooperación comercial en materia energética.

La nueva situación parece cambiar por completo el mapa anterior, en el que Rusia planeaba utilizar un enlace gasístico bajo el Mar Negro (entre Rusia y Turquía) para reducir su dependencia de Ucrania, otro avispero geopolítico azuzado por la política exterior de Putin, y del que paradójicamente Rusia sigue dependiendo para enviar uno de cada diez metros cúbicos de gas a Europa occidental.

¿Es Nord Stream la respuesta?

Según Sijbren de Jong, analista del Centro de Estudios Estratégicos de La Haya, "Putin está apostando por Nord Stream", un gasoducto entre Rusia y Alemania que recorre el fondo del Mar Báltico.

Moscú y Berlín acordaron el pasado mes de septiembre ampliar la capacidad de este gasoducto, pero De Jong no cree que Nord Stream pueda suplir los anteriores planes para pasar por Turquía, y no tanto por la capacidad de sus rutas a Europa occidental como por la cuenta de resultados.

"¿Podría Gazprom permitirse ofender a Turquía y renunciar a esos beneficios? Es difícil", añade.

Lo cierto es que Turquía se ha convertido ya en el segundo mercado fuera de la órbita de las antiguas repúblicas socialistas soviéticas, por detrás sólo de Alemania. Así, mientras que Berlín fue el comprador de 40.000 millones de metros cúbicos de gas en 2014, Turquía supera los 25.000 millones, e Italia apenas rebasa los 20.000.

Por otra parte, De Jong estima que Nord Stream es una apuesta demasiado arriesgada como para ser la única de Moscú. Al concentrar el 80% de las importaciones de gas ruso desde la UE, cualquier movimiento de Bruselas podría poner los planes de Putin en un aprieto.

Así las cosas, la interdependencia entre Turquía y Rusia es demasiado fuerte como para que las relaciones comerciales empeoren, incluso por el antagonismo en Siria.

Altay Atli, de la Universidad Bogazici en Estambul, es de esa opinión: "ni Turquía ni Rusia estarán dispuestas a sacrificar las oportunidades económicas sólo porque tengan ideas diferentes acerca del futuro de Bashar al-Assad", el acorralado presidente de Siria.

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