Leopoldo Fernández-Pujals (67 años), presidente de Jazztel, vive estos días con la reconfortante sensación de estar cumpliendo el plan personal y profesional que se había propuesto hace muchos años. Por un lado, agota su presidencia en Jazztel -ahora pendiente de una opa amistosa de Orange-, al mismo tiempo que publica su primer libro y proyecta un cambio radical de actividad para volcarse en la formación empresarial de sus hijos. Leopoldo Fernández Pujals está entre las 25 mayores fortunas de España.
Con motivo de la presentación de sus memorias Apunta a las estrellas y llegarás a la Luna, el también fundador de Telepizza concedió una entrevista a elEconomista, en la que desveló algunos detalles de la negociación por la que Jazztel acabará integrándose en Orange.
El empresario también repasó los grandes retos de la actualidad empresarial española y compartió algunas de las recetas que llevó a las dos compañías de su vida a cotizar en el Ibex. En su diagnóstico sin tapujos de la vida política, Fernández-Pujals dijo algo que muchos empresarios piensan y ninguno dice: equiparó a Pablo Iglesias, líder de Podemos, con el dictador Fidel Castro.
Me ha precedido en la entrevista un compañero de la revista Forbes y tengo curiosidad por saber su opinión sobre la fortuna que se le atribuye en esa publicación.
No lo he visto. ¿Cuánto dinero dicen que tengo? ¿Mucho o poco?
Para mí es una barbaridad, alrededor de 650 millones de euros. Entiendo que es la suma de la venta de Telepizza a precios actuales con su participación en Jazztel.
Pues eso estaría cerca de los mil millones de euros. Pero no hay problema. El emprendedor no se mete en un negocio para enriquecerse. El dinero sólo es la gasolina que necesitas para el viaje.
¿Qué opinión le merece el fenómeno del partido Podemos?
Han ocurrido cosas en España, como el conocimiento de la corrupción en políticos y empresarios, y entiendo que la sociedad esté harta de unos y de otros, porque todos están pringados. Lo entiendo, pero no lo comparto, porque ese señor de Podemos (Pablo Iglesias) es exactamente Fidel Castro. Éste arrancó hablando como Castro y al darse cuenta de que así no va a ninguna parte, entonces empezó a moderar su discurso para aspirar a ganar las elecciones.
Pero en su foro interno está mintiendo. Ahora bien, si por casualidad gana unas Elecciones Generales, entonces apaga y vámonos. Sería difícil salir del hoyo en el que nos metería. Se pondrá a no pagar deuda, a confiscar compañías y no se invertirá un centavo en este país. Y sin inversión no hay nada que hacer.
¿Qué propone?
Lo que convendría es que existieran miles de millones en inversiones en nuevas empresas y sectores que generen empleo, pero no me pida que lo haga yo.
Leo en su libro que dijo una vez a un directivo cercano que podría ser un empresario espectacular, pero que no lo conseguiría, porque no era literalmente un cabrón y que para ser empresario tenía que serlo?
Me refería una persona que se resistía a despedir a las personas porque apostaba siempre por dar nuevas oportunidades a todo el mundo. Pero de esa forma acaba la empresa en la quiebra. Me refiero a que hay momentos en la vida empresarial en la que se impone tomar decisiones, en las que tienes que quitarte del medio las personas incompetentes. Y eso puede no gustar a más de uno. Pero la cita no decía que yo fuera un cabrón, sino que era justo y firme en los conflictos.
¿La clase directiva adolece de lo que usted define como 'mieditis' y 'excusitis'?
El problema más serio de cualquier ejecutivo es no tener narices para tomar las decisiones graves y comprometidas. Eso es mieditis. Y a continuación surge la excusitis. Pero yo digo que no hay que pensar en una excusa, sino que hay que cumplir, sin buscar justificaciones.
Tengo instrucciones de no preguntarle sobre la opa de Orange sobre Jazztel, porque el proceso se encuentra en pleno trámite, pero me interesan los detalles que casi nadie sabe de una negociación que se presume exitosa.
Bueno, poco más o menos, yo tiré un precio por las nubes y ellos (Orange) lo hicieron por el suelo. No me movía y ellos sí. Subían la oferta, pero lejos de alcanzar los 13 euros que pretendía. Me llamaron para que fuera a un hotel de París y llegó un momento en el que, con el afán de no negociar más, y cerrar la operación de inmediato, indiqué que lo dejaran en 13 euros, que ésa era mi última palabra. Eran lentejas. Las tomaban o las dejaban. A las dos horas me llamaron para decirme que el consejo de Orange lo había aprobado. A los que me critican por no haber pedido más, les digo que la avaricia rompe el saco.
Lleva razón: Algunos accionistas piensan que 13 euros es poco, que podía haber conseguido más.
Ante el vicio de pedir, la virtud de no dar. ¿Cuántas veces ebitda vale una compañía?, ¿siete veces dice usted?, pues por Jazztel pagan por encima de las 15 veces ebitda. Si considera el precio medio de los últimos 60 días de cotización previo a la opa, el valor llevaba un subidón del 30 por ciento. Ya lo he dicho antes, la avaricia rompe el saco.
¿La opa de Orange es un final feliz para su aventura en Jazztel?
Creo que no me voy a quejar. No existe razón para ello. Si tuviera menos edad, no descarto que hubiera seguido, pero con mis años considero que me corresponde iniciar una nueva etapa, porque de lo contrario se entra en un remolino de la vida y de ahí no se sale. Ahora es el momento de volcarme en la descendencia.
Usted indica literalmente en sus memorias que quien habla primero en las negociaciones la caga.
Yo no hablé primero en las negociaciones con Orange.
Y en el intento de compra de Yoigo, ¿tampoco habló usted primero?
Estuvimos conversando cuatro meses. Para nosotros se trataba de una necesidad para sobrevivir a largo plazo. No fue una jugada para forzar a Orange a que nos lanzara una opa. Igual que invertir en fibra es vital, lo mismo ocurría con tener una frecuencia de móvil y no estar de prestado. Yo, presidiendo la compañía, invirtiendo entre seis y diez millones en fibra y con una licencia de móvil, le aseguro que planto cara a los tres (Movistar, Vodafone y Orange), porque no estaría en desventaja. Ya le digo que si hubiéramos comprado Yoigo, otro gallo hubiera cantado.
Volviendo a su etapa al frente de Jazztel, existen varios momentos claves en la historia, como el armisticio con Telefónica.
Sin hacer las paces con Telefónica, no hubiera sobrevivido la empresa. Llegó un momento en el que pensé plantarme en Bruselas, porque la democracia estaba siendo pisoteada. En un año, pusimos cincuenta demandas ante el regulador, ganamos todas, pero no sirvió de nada. Les aplicaban penalizaciones, pero el dinero no iba al dañado, sino al Gobierno.
La primera demanda judicial se resolvió a nuestro favor, con una compensación de 300 millones de euros, pero al final nos dieron sólo 600.000 euros. Eso nos llevaba a la quiebra. En todas las direcciones, Telefónica nos ponía trabas y aquí cerraron todas las empresas, salvo los monstruos que tienen licencias de móvil. El único que quedaba vivo entre los pequeños operadores de fijo éramos nosotros.
Si no puede con su enemigo, mejor aliarse?
Sí, por ese motivo di el mandato para negociar un acuerdo con Telefónica. Tras seis meses de reuniones, acordamos no poner ningún conflicto más, a cambio de que Telefónica cumpliera con la ley. Pero estoy seguro de que resultó decisivo interponer tantas denuncias, y habernos comportado de forma inflexible y temeraria, porque de no haber litigado tanto no nos hubieran hecho caso.
Pero a usted le motivaba, desde el primer día que lideró Jazztel, competir con un incumbente tan poderoso. ¿Qué ha aprendido de Telefónica?
He aprendido que el mundo no es como te lo pintan, que no todos cumplen con la ley y que todos miran por sus propios intereses. No hacían lo correcto, sino lo que le interesaba a esa compañía en cada momento.
En un momento de la entrevista sonó el móvil de Fernández-Pujals. Se hizo el silencio en la sala y al otro lado de la línea se escuchó claramente a un teleoperador que le proponía cambiarse de compañía de móvil y pasarse a Vodafone. "Hombre, campeón, muchas gracias, pero soy el presidente de Jazztel", declinó el empresario entre cómplices sonrisas.
Me alegro de que le hagan tomar su propia medicina, porque algunos sábados muchos de sus empleados suelen fastidiar la siesta a miles de españoles con parecida cantinela.
Sí, bueno, en fin. Pero sabe que eso no le vuelve a pasar si se cambia a Jazztel.