
Rodrigo Rato, expresidente de Caja Madrid, e Ildefonso Sánchez Barcoj, exdirector general de la entidad, responsabilizarán a Miguel Blesa de todo el entramado y gestión de las tarjetas opacas. El informe de Rato que inculpará a Blesa.
Los tres están llamados a declarar hoy por la tarde ante el juez de la Audiencia Nacional, Fernando Andreu, en calidad de imputados por estas tarjetas, con las que la cúpula de la entidad gastó 15,2 millones de euros en viajes de vacaciones, compras en El Corte Inglés y otros establecimientos, bares, salas de fiesta, restaurantes y retirada de efectivo.
Distintas fuentes jurídicas relacionadas con el caso han confirmado a este periódico que Rato argumentara en la Audiencia que cuándo él llegó a la presidencia este sistema de retribución ya existía, que entendía que todo se estaba haciendo dentro de la legalidad y que lo único que hizo fue dar continuidad al sistema. Para argumentar esto, los abogados de Rato recurrirán, entre otras cosas, al informe elaborado por el bufete Herbert Smith Freehills, contratado por Bankia como asesor en el proceso.
Conducta omisiva
En este informe se reconoce que los directivos de Bankia, Rato incluido, tan sólo cayeron en una conducta "omisiva", ya que "no tenemos indicios de que se tratase de una acción deliberada (...) más allá de tolerar, en cuánto a ellos les afecta, un estado de cosas preexistente".
Sánchez Barcoj seguirá una argumentación parecida para responsabilizar de todo a Blesa. El que fuera mano derecha del expresidente de Caja Madrid ha remitido ya un escrito al juez Andreu, en el que asegura que "jamás pensé que pudiera calificarse como conducta ilegítima las disposiciones (de la tarjeta), autorizadas por la superioridad, que venía utilizando bajo su control".
Sus abogados argumentarán, en este sentido, que era el expresidente de Caja Madrid quien tenía el control sobre lo que se pagaba y que ningún empleado podía estar por encima de lo que asignaba Presidencia.
Sánchez Barcoj niega haber cometido cualquier tipo de irregularidad y defiende que las tarjetas constituían "una asignación retributiva complementaria especialmente destinada a compensar los gastos que hubiese de soportar en el desarrollo de sus funciones, sin perjuicio de disponer con libertad del excedente hasta el límite asignado" que, según asegura, "siempre" respetó.
Además, señala que este complemento retributivo a través del uso de la tarjeta que se le asignó, "sin haberlo pedido", representa "un aumento muy poco significativo y por tanto proporcionado y regular de su retribución económica".
De igual modo, niega que las tarjetas 'B' dependieran de la Dirección Financiera de la entidad, a la que accedió en mayo de 2007 y agrega, en este punto, que el origen de este sistema de remuneración se remonta a "la década de los ochenta".
Su problema es que, al contrario de lo que él dice, la auditoría de Bankia le acusa de ser el administrador de estas tarjetas. En ella se explica, de hecho, cómo "se ha detectado que existieron tarjetas de crédito emitidas al margen del circuito establecido con carácter general y ordinario en el banco (...) gestionadas por D. Ildefonso Sánchez Barcoj (miembro del Comité de Dirección de Bankia)".
Todo ello al margen de sentenciar también que "las comunicaciones sobre la concesión de nuevas tarjetas o modificaciones de límites asociados a las mismas eran gestionadas a través de las secretarias de D. Ildefonso Sánchez Barcoj, quienes dirigían estas peticiones al Departamento de Tarjetas". Los correos internos entre Blesa y su directivo pueden constituir también una prueba fundamental de cómo ambos decidían a quién dar estas tarjetas y con cuánto dinero.