Por Shereen Lehman
5 sep (Reuters) - Pese a que los avisos publicitarios deprogramas para perder peso suelen mostrar a personas felices porlibrarse de su exceso de kilos, un nuevo estudio determinó queadelgazar podría estar relacionado con un empeoramiento delhumor.
Un equipo de Reino Unido estudió a 2.000 adultos consobrepeso y obesidad durante cuatro años y observó que laspersonas que adelgazan el 5 por ciento o más de su peso inicialmejoraban su estado de salud física, pero con altas tasas dedepresión.
"Sabemos que adelgazar es un proceso muy difícil de alcanzaro sostener, de modo que nos preguntamos si eso ocurriría enparte porque los efectos psicológicos no son completamentepositivos", dijo Jane Wardle, investigadora del UniversityCollege de Londres y responsable del equipo.
"Nuestros estudio no es definitivo porque comparamos a unamuestra de la población general que había adelgazado con unamuestra que no había bajado de peso. No fue un estudioaleatorio", señaló Wardle. Pero agregó que los resultadosindican que aunque adelgazar mejora la salud, también incluyealgo de conflicto psicológico.
A los adultos con sobrepeso y obesidad se les recomienda queadelgacen para mejorar su salud y una encuesta del 2012 muestraque el 60 por ciento de los adultos de Estados Unidos habíaintentado bajar de peso el año anterior.
Adelgazar reduce el riesgo de padecer distintas enfermedadesfísicas en las personas con sobrepeso y obesidad, pero losestudios sobre los beneficios psicológicos no son tancontundentes, según publica el equipo de Wardle en PLOS One.
Los autores analizaron información de 1.979 hombres ymujeres con sobrepeso y obesidad que participaban del EstudioLongitudinal Inglés sobre Envejecimiento, un gran estudiopoblacional de adultos británicos de 50 años o más.
Enfermeros les controlaron regularmente la altura, el peso yla circunferencia de cintura. Los participantes respondieron uncuestionario que se utiliza para evaluar el estado anímico. Losvalores de presión y triglicéridos en sangre sirvieron paraestimar el riesgo cardiovascular.
Ningún participante tenía depresión al inicio del estudio.
Como era un estudio observacional, los autores no dieroninstrucciones o consejos para bajar de peso, pero registraron silos participantes decían que habían intentado adelgazar o no.
A los cuatro años, el 14 por ciento había perdido un 5 porciento del peso corporal inicial (unos 7 kilogramos), mientrasque el 71 por ciento había mantenido el peso basal y el 15 porciento había engordado más del 5 por ciento del peso inicial(unos 7 kilos).
El grupo que había adelgazado era el de mayor edad promedio,mientras que el grupo que conservó su peso basal incluía máshombres y más participantes de nivel socioeconómico más alto. Elgrupo que había bajado de peso también tenía más peso por perderque el resto de los grupos.
El bienestar psicológico disminuyó en los tres grupos, perolos participantes del grupo que había adelgazado eran un 80 porciento más propensos a estar deprimidos que los participantesque se habían mantenido en el mismo peso.
El estudio no prueba que adelgazar cause depresión, segúnaclaran los autores. Es posible que la depresión empuje aadelgazar, o que no haya relación entre ambas variables y quealguna otra variable común entre los participantes causara ladepresión o los empujara a adelgazar.
Pero Wardle dijo tener una hipótesis: "Para adelgazar, unpersona tiene que comer menos que lo que desearía y, quizás,menos que lo que comen las personas que la rodean. Y estedisplacer alimentario es duro, aunque existan compensaciones entérminos de tener un talle menos y mejorar el estado de salud".
"Quizás si la gente fuera más honesta con el hecho de queadelgazar no necesariamente hace que uno se sienta bien en elcorto plazo, se podría armar mejor para el desafío", concluyó laespecialista.
FUENTE: PLOS One, online 6 de agosto del 2014.
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