
Ryanair calienta motores para la inminente presentación de sus planes para atraer clientes corporativos y el lanzamiento de su nueva clase business. Para garantizar un despegue exitoso, ayer presentó nueve rutas nuevas que pondrá en marcha este mismo invierno.
Se trata de plazas estratégicas, sobre todo en el caso de la conexión entre Dublín y el aeropuerto Zaventem de Bruselas. Aunque la aerolínea irlandesa ya volaba al de Charleroi, también en la capital comunitaria, se considera que los tres viajes que el nuevo itinerario iniciará permitirán facilitar aún más las conexiones con el corazón de la UE.
Es más, el consejero delegado aseguró que, sólo al Gobierno, el nuevo servicio le ahorrará hasta tres millones de euros al año en viajes a la Comisión Europea. Las demás rutas incluyen Lisboa, Colonia, Praga o Niza, y su importancia es clave para una compañía a punto de completar el primer lavado de cara de su trayectoria.
La operación comenzó hace ahora un año, cuando, consciente de que el bajón de viajeros se debía menos a la competencia y más a un intento activo de evitar una empresa conocida por su rudeza, Michael O'Leary entonó el mea culpa y se comprometió a trabajar para restablecer la confianza.
La transformación se completará de manera inminente, a final de mes, con la confirmación oficial de los anticipados planes para promover una oferta para viajeros de negocios. En la presentación de ayer, O'Leary avanzó algunas de las medidas, entre las que destacó una tarifa flexible que permitirá alterar las horas y las fechas de los vuelos programados de acuerdo con la agenda del pasajero.
La idea es, una vez Ryanair identifique a un viajero de negocios, ofrecer un plan que incluya, además, un más sencillo tránsito por el aeropuerto, asiento reservado y facturación.
Los expertos consideran que el reto es complicado, debido a la alargada sombra de la fama anterior de la compañía, pero detrás de la operación inicial de lavado de cara subyace, precisamente, esta ambición de convertirse en una referencia también para el pasajero business.
Sus exigencias son mayores que el turista medio del que hasta ahora se nutría Ryanair, pero como añadido fundamental, la compañía contará con más aeropuertos de referencia. La estrategia se espera desde hace un año, cuando en la Junta, el consejero delegado anunció que no sólo aspiraba a recuperar clientes, sino a revolucionar Ryanair. Por primera vez, una aerolínea que competía por lo bajo se proponía ganar pasajeros no sólo por tarifas, sino por buen trato.
El declive de 2014 convenció al polémico jefe de que la ecuación había dejado de funcionar para muchos viajeros. Encuestas internas demostraron que muchos preferían pagar más para evitar Ryanair, por lo que se vio obligado a actuar para cambiar la percepción en el imaginario del pasajero medio europeo.