Empresas y finanzas

Todos los caminos de Telefónica para crecer en Brasil conducen a Roma

Hubo una época en la que todos los caminos conducían a Roma. Incluso los de Telefónica. Pero ese tiempo queda ahora muy lejano. La alianza hispano-italiana en materia de telecomunicaciones está a punto de saltar por los aires. No queda otra. La multinacional española pretende abandonar Telecom Italia cuanto antes y la ofensiva por la brasileña GVT, filial de Vivendi, promete convertirse en el detonante que destruya una sociedad con más de ocho años de recorrido.

La multinacional que preside César Alierta confirmó ayer a los supervisores de los mercados español e italiano su intención de vender a Vivendi el 8,3% que aún conserva en Telecom Italia. Podría obtener entre 1.000 y 1.300 millones de euros, un importe que ayudaría a abaratar la adquisición de GVT.

Eso supondría el final de una historia que la próxima Navidad cumpliría exactamente 2.000 días. Todo comenzó la noche del 29 de abril de 2007 en la que Alierta cerró el acuerdo para comprar el 10 por ciento de Telecom Italia a cambio de 2.314 millones de euros. El rumor más insistente durante los primeros años de la alianza industrial daba por hecho la compra de la italiana por parte de la española.

Ahora que todo apunta a la ruptura de Telefónica con su socio transalpino, conviene desvelar que la presunta historia de amor entre ambas compañías nunca fue sincera. El interés verdadero de Telefónica no estaba en el antiguo monopolio italiano sino a casi 9.500 kilómetros, los que separa Roma o Milán de Sao Paulo.

Durante mucho tiempo, TIM Brasil -filial de Telecom Italia- ofrecía una posible vía de crecimiento de la española en el mayor mercado de Latinoamérica. Se pensaba que el Tíber desembocaba en el Amazonas. En aquellos primeros años de alianza de Telefónica con Telecom Italia, la teleco española compartía con Portugal Telecom el operador de móvil brasileño Vivo. Esa joint venture convenció a Alierta a no hermanarse en el futuro con ninguna otra empresa. "Mejor solos que bien acompañados", deben tener escrito con tinta invisible en los despachos nobles del Distrito C, sede la multinacional española.

Hace casi cinco años, Telefónica intentó comprar la brasileña GVT, pero se quedó con las ganas por apenas 100 millones de euros. Alierta pujó con 2.700 millones y Vivendi ganó la partida con 2.800 millones. Una vez con el cuchillo entre los dientes, Telefónica se lanzó a por el 50 por ciento que le restaba en Vivo, en una batalla empresarial que cuestionó la hermandad ibérica. Aquello acabó con Vivo en manos de Telefónica, compañía que a la vez participaba de forma indirecta en TIM Brasil a través de su participación en Telecom Italia.

Esa situación de dos rivales directos (Vivo y TIM Brasil) compartiendo casi el mismo patrón llegó a ser insostenible a ojos del supervisor de la competencia brasileño, el Cade. A finales del año pasado, ese organismo consideró incompatible la presencia simultánea de Telefónica en Vivo y TIM Brasil, lo que supone más de la mitad del mercado brasileño de las telecomunicaciones. El grupo español tenía entre 12 y 18 meses para elegir entre un jugador u otro. A partir de ese momento, Telefónica comprendió que la conquista de Brasil también conducía a Roma, pero ahora no con el objetivo de fusionar TIM Brasil con Vivo -como eran los planes iniciales-, sino por la salida de Telefónica del capital de Telecom Italia.

Los acontecimientos accionariales posteriores en el seno de la italiana ayudaron lo suyo para confirmar que la aventura italiana estaba condenada al fracaso. Quedó claro que la presencia de Telefónica en el operador transalpino sólo generaba problemas, tanto dentro como fuera del país vecino.

Las sinergias industriales que durante años mantuvieron la teleco española con la italiana han perdido ahora todo su atractivo para convertirse en un lastre. Telecom Italia es un operador de otro siglo, condenado a reinventarse y a decidir qué sitio pretende ocupar en la consolidación de las telecomunicaciones que sacude a medio mundo.

Sus resultados invitan a salir corriendo, pese a que ayer abandonó los números rojos en sus cuentas semestrales. Sus ingresos cayeron en todas partes, incluida su filial brasileña (casi un 17% menos). Ante esa situación, Telefónica se hará un enorme favor si entona un sonoro y afectuoso ciao.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky