
El sector tabaquero vuelve a estar en ebullición. Las grandes empresas Altadis y Philip Morris han conseguido ahora llevarse al huerto a las estanqueros para sacar del mercado el tabaco barato. El primer paso consiste en reclamar al Gobierno la actualización automática del denominado impuesto mínimo, con el fin de acabar con la guerra de precios y la proliferación de marcas baratas que desequilibren el mercado de tabacos.
Según fuentes de la industria, bajo esta enmascarada batalla se esconde la intención de imponer unos impuestos que hagan inviable la comercialización del tabaco que tenga un precio inferior a 2,20 euros por cajetilla, con lo que se limitaría la competencia y las grandes marcas conseguirían acaparar más cuota de mercado. De esta manera, se tendría que acabar de hablar de guerra de precios en el sector, puesto que las marcas de bajo coste no tendría margen de maniobra para con continuar en el mercado.
El bajo coste de algunas marcas
En 2006, el Gobierno ya elevó el impuesto mínimo desde los 55 euros a 70 euros por cada 1.000 cigarrillos. Las mismas fuentes aseguran que ahora los estanqueros piden un nuevo alza de este tipo impositivo, hasta los 80 euros. Actualmente, han vuelto a resucitar los rumores sobre una nueva guerra de precios, ante el "bajo coste" de algunas marcas, así como por el lanzamiento de una nueva enseña de Philip Morris a 2,50 euros.
Sin embargo, tal como está configurado el precio del tabaco hace que las marcas de 2,20 euros tengan unos ingresos por debajo del coste y que las cajetillas que se comercializan a 2,50 euros consigan prácticamente unos márgenes nulos de beneficio.
Los estanqueros ganan margen
Este hecho se explica porque a partir del precio de la cajetilla se fija un IVA del 13,7 por ciento y se cobra también un impuesto especial con una parte fija de 16 céntimos y una parte proporcional del 57 por ciento del precio de la unidad. El impuesto mínimo sobre el tabaco que ahora los estanqueros piden elevar establece que sumando las tres variables anteriores se tiene que alcanzar un precio de 1,10 euros y, en caso contrario, se tendría que cubrir de forma automática. El precio del tabaco también tiene que cubrir los costes del estanquero (con un margen del 6,5 por ciento) y los gastos de distribución (3 céntimos por cajetilla).
Por ello, los estanqueros están en connivencia con las grandes marcas de tabaco, puesto que son las que le permiten beneficiarse de un mayor margen de ingresos. Además, reclaman la diversificación de productos en los estancos para compensar la pérdida de poder adquisitivo de los expendedores.